A la memoria de Migue
Fumata de ladrillo
Fumata de cuartillos debajo de un ladrillo, por la vera de los chiquillos. Haciendo el escondrijo debajito de un botijo, con el pasti que trajo el Quisco. Todos en la Valenciana pegados en la ventana, y paramos en la venta Gabriel y la cochina allí de pié.
Sentado en los escalones, con camisa de botones, destrozando las canciones. Aprendiendo la lección de que antes de cantar no se podía fumar. Y con guitarra de palo, el grupo no era tan malo, pero para mí fue peor que pisar un pino en un ascensor.
Ostia, que me entra la fatiga, eso ha sido de fumarme las olivas.
Pero la niña mira el petardo, y luego me mira a mí.
Pero la niña mira el petardo, y luego me mira a mí.
Me estaba mosqueando cómo estábamos tocando, pero en el fondo me reía, pensando que llegaría ese día de alegría en el que yo me reiría y ese día ya ha llegado. Y aquí estoy descojonado, escribiendo esta canción, que forma parte de mi rincón.
Y últimamente, entre tanta gente, yo me siento un delincuente. Ven temprano, no metas la mano, yo me siento un señor gusano. Fumata del ladrillo, cada maestrillo tiene su librillo, pero mi libro no tiene ná', no tiene ná', no tiene ná'. No tiene papel, que se la llevado Rafael.
Ahora qué voy a hacer, esto no va a vender, si no tengo bollere y ese día ya ha llegado. Y aquí estoy descojonado, escribiendo esta canción, que forma parte de mi rincón. Quisiéramos comer en el Mc Donald's, pero nos falta pastaca en las calzonas.
Pero la niña mira el petardo, y luego me mira a mí.
Pero la niña mira el petardo, y luego me mira a mí.
El sentimiento garrapatero que nos traen las flores, Los Delinqüentes
(A Pablo, a Maribel, a Wilfrid y a VdQ) Yo aún recuerdo el concierto que vimos de Los Delinqüentes en medio de la calle Argumosa, fiestas de Lavapiés, hace cuatro años (2002); el barrio atestado por la muchachada, el olor a fritanga saliendo de los kioskos de los feriantes, el ruido ensordecedor de los tambores y miles de personas que se sabían las letras de pe a pa; entonces, aún, estaban todos, estábamos todos, y aquel día, como a veces pasa, porque a veces aparece el milagro de la vida, pareció durante casi dos horas que realmente éramos una generación. Y el grito, ¡¡¡Garrapateros del mundo, uníos!!!, era la mejor bandera con la que expresar un sentimiento común. Ningún grupo español ha cantado con tanto arte, con tanta desolación, con tan aparente dejadez, con esas letras sencillas y surreales, llenas de buenos sentimientos, el desarraigo de un generación que, ahogada en toneladas de envidia e incomprensión, zozobra en la angustia de tener que aceptar un tiempo y un país que, así, ni nos gusta ni realmente queremos formar parte de él. Pero ¡SI NO HAY VIENTO, HABRÁ QUE REMAR!
1 Comenta:
El Migue, al menos, se fue sin hacer ruido. Ahora sólo quedan sus compañeros haciendo bolos por Canal Sur. Aprovechando su talento, que a saber dónde hubiese llegado. Lo más seguro, lo único seguro, es que ha sido mejor así. Ahora se les ve la cara a los que sólo querían figurar.
8:55 p. m.
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