Entrada de diario, post (en jerga cibernaútica)

Ser eso, un señor de provincias, un señor particular. Nabokov lo fue. Y Walter Scott dice en su “Diario”: “Como literato no puedo aparentar que desprecio el aplauso del público; como señor particular siempre me ha molestado y desagradado el clamor popular, incluso a mi favor.” El señor particular trabaja y vive elegantemente al margen, sólo parece ocuparse de sus propios negocios, indiferente a las modas y a las querellas, y sin embargo, desde ese margen, lanza su mirada sobre el mundo y opina como un moralista. Otros “señores particulares”: Llorenç Villalonga, Josep Pla, Juan Perucho, Julio Caro Baroja… El cultivo de la inteligencia y de la sensatez, a veces también de costumbres, que resultan anacrónicas y que es una de las formas de manifestar el desacuerdo con la barbarie de la época que a uno le ha tocado vivir, más que un gusto necio por distinguirse y asombrar al público.
“La negra provincia de Flaubert”, Miguel Sánchez-Ostiz, Editorial Pamiela, 1994
Etiquetas: opiniones y visiones, televisión, Torrente Ballester
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