Rajoy como problema
El problema de Mariano Rajoy no es que no le apoye en pleno su partido, que se burlen de él a sus espaldas algunas baronesas. El problema de Mariano Rajoy tampoco es haber perdido las dos elecciones a las que se ha presentado ya. Dos derrotas de dos enfrentamientos no es el mejor aval. El problema de Mariano Rajoy tampoco es que su liderazgo carezca de ideas, un conjunto de retales ajados ligados al aznarismo, en el mejor de los casos. El problema de Rajoy tampoco se llama Alfredo Pérez Rubalcaba, el candidato ex sprinter dispuesto a volver a derrotarle. Ni siquiera es para Mariano Rajoy Brey un problema que la deuda familiar en concepto de hipotecas con bancos y cajas de ahorro sea impagable a medio plazo. Lo que nos aboca más temprano que tarde a la quiebra de familias y empresas, a la debilidad del país, ya de por sí debilitado tras la resaca inmobiliaria alentada por peperos y sociatas por igual. Tampoco es el problema de el señor Rajoy los casi cinco millones de parados, en una estimación a bulto, ya que hay parados como es mi caso que ni siquiera nos inscribimos en el INEM. Hartos de una administración ineficaz, derrochadora, con servicios duplicados y aún triplicados e inservibles, clientelista y profundamente corrupta. El problema de Rajoy es él mismo: sus limitaciones mentales, el equipo que le rodea, su, por decirlo de alguna manera, plan para salir de ésta. Así se entiende que Rajoy pida a gritos elecciones, pero en el fondo espere que no se celebren nunca.
Si gana, Mariano Rajoy tendrá un problema.
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