Lugares mágicos I
La Ermita de San Frutos era más que una reliquia en ruinas. Era toda la naturaleza, una victoria de la tierra sobre el aire, un sentirse más que humano, una cuerda en tensión, a medio camino entre la brizna y la estrella.
Sombras de las águilas sobre los riscos, cambiantes por las variaciones de la luz en el mediodía azul.
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