Adiós al de ayer
Con pompa, solo de trompeta y prosopopeya empresarial, nos dice adiós Eduardo Mendoza desde su columna semanal -los lunes, para mayor inri- del diario El País. El okupa del hueco dejado por Manuel Váquez Montalbán no estuvo a la altura del antecesor (o puede que sí, y sólo sea ojeriza), por más que las loas postrimeras vengan a vestir el muñeco. La altura (de miras) tampoco. Los que alguna vez llegamos a querer, con nuestro corazoncito de lectores sabihondos, al protagonista-detective-locosocial de las páginas de "El laberinto de las aceitunas" o "El misterio de la cripta..." desearemos siempre feliz vida al autor de aquellas viñetas. Por más que el tiempo deje arrugas poco bellas. Arrugas. Claro que el espejo en que mirarnos, hace tiempo que se hizo añicos. De lector a autor.
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