Arqueo desde aquel marzo
La llegada al gobierno de un joven e inexperto diputado leonés, José Luis Rodríguez Zapatero, tras ocho años de neoliberalismo americanita aznarita -fue el tiempo que en los USA era Estados Unidos más una nación hispana (sic) de 70 millones de parlohablantes contribuyentes al fisco yanki-, en comandita con la inmensa mayoría de españoles-televidentes, supuso en el imaginario popular de tanto elector la suposición de un supuesto cambio, no sólo en las formas, sino en las ideas y en la práctica. Demasiados supuestos. Zp no nos falles. La suavidad del envoltorio del personaje -Bambi o Mr Bean, entonces, según los cazadores de etiquetas- ayudó a limar el primer escenario, a pesar de los derrotes de la derecha más cerril, obviando carencias de fondo. El talante servía como un bálsamo de Fierabrás. Fueron meses, de muletazos sin sustancia en terrenos de nadie que sabían a gloria. Tras su reelección, el pasado mes de marzo, sin embargo, ya parecen menos, a simple oído, incluidos fieles votantes, partidarios partidistas, partidarios de la parte contratante, entusiastas de su nómina y otros, ay, otras equilibristas, quienes no te digan por h o por be que aquel cambio les parece más estético que ético y apenas, muy apenas, político.
El Presidente se ha convertido en un líder (triste victoria desaliada) de talla mundial, pero apenas reconoce el polvo de su vajilla. En su último viraje, tras ser reelegido de forma clara en las urnas, no sólo ha dado un volantazo a la política de inmigración hacia posturas mucho más conservadoras, en línea con los principales gobiernos (conservadores, socialdemócratas de derechas como los laboristas británicos, fascistas y reaccionarios) de la 'dulce' Europa, sino que también ha laminado el ministerio de Medio Ambiente, con la defensa de los valores liberales que abanderaba la política, tan eficaz y combativa y enemiga de lobbies, de Cristina Narbona. Al tiempo, ha ido agregando a su vocabulario términos como "tolerancia cero", que escasamente pueden casar con un ideario republicano cívico. (Referencia: Creo que la primera vez que oí ese término fue leído en un periódico en una noticia en la que el alcalde neocon de NY Rudolf Giuliani aconsejaba "tolerancia cero" con los alumnos de secundaria de un instituto en Harlem.)
Algunos ejemplos, hay muchos más. Su negativa a la hora de aceptar (y valorar) la crisis económica, su obcecación obcecativa por salvar los muebles del tan espabilado como inoperante por voraz, depredador e improductivo a largo plazo sector constructor inmobiliario, sus permanentes paraguas lingüísticos para rebajar el valor ontológico de los problemas al tiempo que vende su receta verbal como un consolador emocional infalible. Los problemas crecen, el gobierno, con su mutante al frente, disminuye. Los ciudadanos/as ven el espectáculo desde la grada, ausentes a un dibujo completo o imaginable, embedidos por sus propias cuitas (que en el bar se pasan con menos pena), espectantes por el triunfo de la selección en la Eurocopa o el precio del gasoil o el último capítulo de Cuéntame o Perdidos o la última novela de Eduardo Mendoza o de Ruiz Zafón. La grada (drogada) es quien les salva.
Hoy ha entrado en vigor el canon digital. (Copiado de wikipedia: "En septiembre de 2003 se empezó a aplicar a los CD y DVD vírgenes como resultado de un acuerdo entre las entidades de gestión de derechos de autor (con la SGAE al frente) y ASIMELEC. Esto provocó una gran polémica al resultar evidente que estos soportes se usan con frecuencia para otros fines ajenos a la copia privada, y porque dicho acuerdo se negoció sin la participación ni presencia de consumidores y autoridades...") Otro logro no muy democrático por librar a la vulgaridad ambiente de cualquier anticuerpo.
Etiquetas: canon digital, Rodríguez Zapatero, Sgae
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