lunes, febrero 01, 2010

Manifiesto menor

Yo no soy escritor, soy lector. Siempre me ha gustado leer. Hubo un tiempo en que escribía poemas, pero abandoné esa tarea tan difícil. Además, está el asunto de mi pereza. Cuando más me divierto es cuando no hago nada ni nada me importuna.

No me importa ser pobre. Me importa ser libre. Me molesta que me sigan, que me vigilen y escuchen, que se fijen en mí, que se formen expectativas. Odio hacer planes, aborrezco las previsiones, quienes me conocen lo saben, y no siempre lo comparten y, a veces, me marginan.

Lo más hermoso que me ha pasado en la vida siempre ha sido por azar. Sin planes de por medio.

Este cuaderno lo hacemos unos cuantos amigos para otros amigos. Unos viven al otro lado del océano, otros están repartidos por la península. No tiene ánimo de lucro, ni pretende dirigirse más allá de esas pocas personas. No tiene coherencia, y eso es lo más me gusta, que se mezclen la memoria y el azar del día y se encuentren en ese instante único y sin importancia.

Por buscarle una filiación literaria, von der Quelle me ha indicado la técnica de cut-up, los recortes, que usaron Tristan Tzara o William Burroughs, David Bowie o Radiohead. En todo caso, ellos lo hacían o lo hacen por dinero o reconocimiento artístico, y han llegado a ser grandes maestros en el uso de los recursos retóricos y la creación.

La semejanza, de haberla, es formal. Y no es premeditada.

Otros amigos han leído algunos post y piensan que estamos locos y perdemos el tiempo. Es otra forma de verlo.

Nada más.

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10 Comenta:

Blogger cabeçao dijo...

¡Ay, carajo! Cómo está el patio que hasta parece que hayas de justificarte por este cuaderno. En fin, Sufí, que ni haciendo nada le dejan a uno en paz. Y es que pasar de puntillas parece que molesta en esta época de pies pesados y cerebros ligeros. ¡Qué cosas!
Un abrazo,
C

10:52 p. m.

 
Blogger Unknown dijo...

Pues sí, pues sí. Ni dejando de hacer, ni muerto te dejan en paz.

Echa un ojo a este libro electrónico del señor Espada, el señor Pericay y otros 3 blogeros: http://www.alyherscovitz.com/

Es una investigación, en tres partes. Han publicado la primera. Van tras la pista de una amante que tuvo Pla en el Berlín de la hiperinflacción, el del fin de la República de Weimar, Aly Herscovitz. Es interesante el nuevo modo de narrar que puede imponerse en un futuro cercano (volver oír la voz de Pla reproducida en archivos sonoros es un placer), aunque los resultados de esta primera entrega me dejan frío.

Si todo esto tiene como fin denunciar que Pla, un conservador con mala conciencia, no denunció, tal vez ni siquiera interiorizó, las barbaridades del nazismo. Quiá. Vaya cosa... Ni los conservadores ni la iglesia católica supieron a qué se enfrentaban, en mi humilde opinión.

Por empezar por el principio, cuando Hitler llega al poder con el partido nacional-socialista en el 34, empieza con sus discursos de paz. La cháchara que tan bien dominaba gracias a Goebbels, y a que fue en un artista en su juventús. "Alemania quiere la paz y mira al futuro", "Alemania no pretende anexionarse Austria", "Alemania no se zampará Polonia", "Alemania no se meterá en el bolsillo las Sudetes", etc, etc. El truco nuevo (¿el globo sonda?) que tantos no supieron leer. Es todo lo que va hacer en unos añitos...

En ese momento, el exterminio de los judíos no es el fin principal del Partido Nazi. Eso será después.

Cuando Hitler y su camarilla (las SA, los grupos de asalto, los camisas pardas, mucho más dañinos en esta primera época que las famosas SS) llegan al poder van a degüello contra los antifascistas: comunistas, socialistas de izquierdas (eso que ya sólo queda en Alemania del Este de toda Europa hoy), y liberales y judíos intelectuales.

Por poner tres ejemplos: Bertold Brecht sale por patas a Dinamarca y luego Findandia; Thomas Mann se va con viento fresco a Estados Unidos, y dice: ahí te quedas, bigotín. Y Willy Brandt se exilia en Noruega.

Hasta noviembre del 38 y la Kristallnacht, pasan muchas cosas, pero Hitler se ha ocupado de quitarse de enmedio a los verdaderamente molestos. Los que piensan. Y ahí no aparece ni un sólo conservador, ni siquiera un católico airado. Nada.

Con este panorama, para mí no es raro que Pla cuando cruza Alemania en tren desde Prusia a París arruinado por la hiperinflacción y tal vez enamorado de Aly sólo se fije -por la ventanilla- en que el vestuario de los nazis se ha puesto de moda. Nada raro.

Seguiremos leyendo. A ver si los escritores nos alegran el día...

Abrazo

1:02 p. m.

 
Blogger Unknown dijo...

Aly Herscovitz murió gaseada en Auschwitz.

Escribe Pla con su característico distanciamiento cínico, el de siempre: "Un movimiento fulgurante de la intuición me hizo suponer que la señorita Herscovitz había sido quemada..."

Esto es lo que les duele a los investigadores, al parecer... la falta de lamento, la piel dura ante el horror extremo.

1:21 p. m.

 
Blogger Unknown dijo...

La voz es del actor Ramón Fontseré, un planiano moderno. Y para quienes sólo oímos la voz de Pla, ya tan envejecida, en la entrevista de finales de los 70 de Soler Serrano, es una formidable imitación.

2:28 p. m.

 
Blogger cabeçao dijo...

Debo de tener por ahí, en un libro de artículos de Eugenio Xammar, la entrevista que le hace JP a AH. A ver si la transcribo y se la paso. Por lo recuerdo, JP dice algo así como "la característica principal de Hitler es la gabardina..." Pero durante la entrevista deja también claro, al menos para mí, que AH le parece un peligro. Aunque no sé si tanto por sus ideas como por tener una simpleza tan contraria a la del propio JP. Y es que se puede ser simple y gilipollas, por acumulación, o simple y brillante, por eliminación.
Seguiré su consejo y rastrearé qué nos cuenta este trío calaveras del pagés mundial.
Por cierto, sería curioso saber qué opinaría JP de que el campo municipal de sports de Palafrugell lleve su nombre. Seguro que hubiese preferido un restaurante (la última ve que pasé por BCN, detrás de la Catedral, cené en un sitio de lo más xaxi... el PLA, cómo no).

Un abrazo,

C

7:05 p. m.

 
Blogger Unknown dijo...

Si yo les entiendo. O trato de entenderles. Sin haber vivido aquello, claro.

Pla tiene pavor al comunismo. Lo dice mil veces: los bolcheviques, no. El comunismo, no. La civilización cristiana es otra cosa. Aunque luego él odie al burgúes y no acabe de soportar del todo al payés. Las putas contradicciones en que todos nos movemos.

El escritor siempre es un excluído. Un raro, un desplazado.

Y el precio que pagan todos es alto. Muy alto.

Es Hitler, en Alemania, hasta que le derrotan los aliados. Y Franco, en España, 40 años.

Pla, a las órdenes de su jefe político, Francesc Cambó, durante nuestra guerra civil hizo labores de espionaje en Marsella y el sur de Francia a favor de los franquistas.

El argumento siempre es el mismo: el comunismo, no. El bolchevismo, no. Hay que salvar la civilización.

Ya.

Pero Franco gana la guerra, y viene Paco con las rebajas.

Entonces Pla se deprime y se recluye en el Ampurdán. Y no le dejan ni expresarse en catalán. Menos que escriba de política. En la revista Destino escribe de las alcachofas, de la lubina y de los arenques.

Y gracias infinitas al señor Vergés, que supo estar en Burgos cuando había que estar.

El comunismo, no. Ya.

Pero no defendieron lo mejor de España: no defendieron la república, ni el parlamentarismo, ni la riqueza de ideas de la que tanto se ufanaban.

Al final: Franco, Franco, Franco.

Así 40 años.

El precio fue alto, sí.

Postea la entevista, cuando puedas. Xammar era su amigo. Otro que tal baila. El comunismo, no.

Chau

9:05 p. m.

 
Blogger Unknown dijo...

Al final, para que le pogan tu nombre a un restaurante de pijos en el barrio gótico de Barcelona.

Que ni hará cocina tradicional.


Joder. Con la civilización.

9:21 p. m.

 
Blogger cabeçao dijo...

Ya te digo. El restaurante podría servir como ejemplo de lo que vende esta BCN que se cree el ombligo del ombligo de lo más de lo osea -pero sin ser pijo, que eso es, osea, un horror madrileño, qué te voy a decir-... Sin darse cuenta que el ombligo, ay, no sirve para nada más que para criar pelusas. En fin. Lo bueno: que es pequeño, los platos saben a lo que pides y no muy caro -para lo que se estila, claro-. Lo peor, los meseros maricas que te explicaban los platos aún cuando sólo habías pedido la carta. Lo mejor: que al lado hay un bar pequeño, como un antiguo Café Irlandés, con puerta de doble hoja y cortina, en el que sirven unos yintonics de puta madre.
Esta noche te busco la entrevista y mañana la subo. Te vas a reír. Es Pla en plena forma. Aunque AH lo pone fácil.

12:30 a. m.

 
Blogger Unknown dijo...

Los dos problemas gordos del país en estos treinta años de democracia (o mejor, oligocracia) que yo veo son el que comentas, los prejuicios identitarios, y el nuevoriquismo.

a) La administración autonómica no ha servido, de momento, para vernos y reconocernos más allá de los clisés: el castellano, seco; el madrileño, chulo; el catalán, rosoño y moderniqui; el vasco, majo y nacionalista; el valenciano, antipático; el gallego, desconfiado; el andaluz, vago y simpático; etcétera...

¡Qué hartura!

b) La inversión de los capitales financieros ha servido sólo para engordar una economía basada en la especulación con una productividad baja y una mano de obra mal cualificada. La paradoja fundamental es que en veinte años los obreros -el 95 por ciento de los empleados, el que vive de vender su fuerza de trabajo- ha perdido capacidad adquisitiva, y hemos ido perdiendo derechos fundamentales por el camino. Y sin embargo, la sensación individual que teníamos todos (¡y empezamos a despertar de esa modorra!) es que cada vez éramos más ricos y así nos comportábamos. Como nuevos ricos. Todos ricos. Nadie quería ser pobre.

Alquilar era de pobres; no comprar ropa de marca, también de pobres; no cambiar el auto cada dos años, de pobres; no viajar a destinos éxoticos, de pobres; no estar al tanto de los restaurantes más pimpantes, de pobres; no hipotecarse de por vida, de pobres; no llevar un Rólex en la muñeca, de pobres.

La majadería no ha tenido límite, alentada por los medios burgueses, los putos publicistas y la industria del entretenimiento.

Bien. Ahora toca mirarnos de arriba abajo y reconocernos como lo que somos: muchos, pobres; la mayoría, endeudados; unos pocos, los menos, ricos.

Y bajar el listón. Las expectativas y el gasto cotidiano. Volver a vivir con menos y ser realistas.

Nos va a venir bien.

Particularmente, estoy hasta la polla de que me miren por encima del hombro en los curros, en el autobús o los foros de la red... y sólo recuerdo haber mantenido diálogos que valgan algo la pena con pobres. Porque el triunfito es un analfabeto integral, que no tiene más que fachada.

Pobres. Yo quiero pobres.

Además, que es imposible para la salud del planeta mantener ese estúpido imaginario del crecimiento ilimitado. Y hacernos creer que podemos ser todos ricos. Pues no.

Esto no puede ser, señoras y señores. Tiene que haber pobres, que somos la mayoría y menos endeudamiento. Hay que vivir con menos y ser feliz.

Y es muy digno ser pobre, idiotas.

12:56 p. m.

 
Blogger Unknown dijo...

Los dos problemas gordos del país en estos treinta años de democracia (o mejor, oligocracia) que yo veo son el que comentas, los prejuicios identitarios, y el nuevoriquismo.

a) La administración autonómica no ha servido, de momento, para vernos y reconocernos más allá de los clisés: el castellano, seco; el madrileño, chulo; el catalán, rosoño y moderniqui; el vasco, majo y nacionalista; el valenciano, antipático; el gallego, desconfiado; el andaluz, vago y simpático; etcétera...

¡Qué hartura!

b) La inversión de los capitales financieros ha servido sólo para engordar una economía basada en la especulación con una productividad baja y una mano de obra mal cualificada. La paradoja fundamental es que en veinte años los obreros -el 95 por ciento de los empleados, el que vive de vender su fuerza de trabajo- ha perdido capacidad adquisitiva, y hemos ido perdiendo derechos fundamentales por el camino. Y sin embargo, la sensación individual que teníamos todos (¡y empezamos a despertar de esa modorra!) es que cada vez éramos más ricos y así nos comportábamos. Como nuevos ricos. Todos ricos. Nadie quería ser pobre.

Alquilar era de pobres; no comprar ropa de marca, también de pobres; no cambiar el auto cada dos años, de pobres; no viajar a destinos éxoticos, de pobres; no estar al tanto de los restaurantes más pimpantes, de pobres; no hipotecarse de por vida, de pobres; no llevar un Rólex en la muñeca, de pobres.

La majadería no ha tenido límite, alentada por los medios burgueses, los putos publicistas y la industria del entretenimiento.

Bien. Ahora toca mirarnos de arriba abajo y reconocernos como lo que somos: muchos, pobres; la mayoría, endeudados; unos pocos, los menos, ricos.

Y bajar el listón. Las expectativas y el gasto cotidiano. Volver a vivir con menos y ser realistas.

Nos va a venir bien.

Particularmente, estoy hasta la polla de que me miren por encima del hombro en los curros, en el autobús o los foros de la red... y sólo recuerdo haber mantenido diálogos que valgan algo la pena con pobres. Porque el triunfito es un analfabeto integral, que no tiene más que fachada.

Pobres. Yo quiero pobres.

Además, que es imposible para la salud del planeta mantener ese estúpido imaginario del crecimiento ilimitado. Y hacernos creer que podemos ser todos ricos. Pues no.

Esto no puede ser, señoras y señores. Tiene que haber pobres, que somos la mayoría y menos endeudamiento. Hay que vivir con menos y ser feliz.

Y es muy digno ser pobre, idiotas.

12:56 p. m.

 

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