lunes, enero 25, 2010

Apuntes para un inventario de libros que nunca escribiré






Alguna vez, querido Wilfrid, he insinuado que tendría que escribir un relatillo en clave sobre mi paso por la Universidad. Aquel apestoso edificio, la masificación de los noventa que permitió que alguien como yo pisase una Facultad, el frío invernal, las hojas de los árboles que se oían crujir tras los altos ventanales, la primera guerra del Golfo Pérsico, la lucha panfletaria contra los ultracatólicos de Atlántida, el mote que nos pusieron y arrastramos: los buenistas, la colaboración con Bases Autónomas, el variopinto claustro de profesores marcianos -mi favorito era Oswaldo Market, ataviado con su terno azul, camisa blanca, lazo al cuello y botas camperas, que, por lo que se rumoreaba entre el alumnado, había sido durante un tiempo el 'cerebro gris' del dictador António de Oliveira Salazar, y que fuera el padrino (de cátedra) de quien yo me sé; un sudaca enamorado de la historia de Alemania, que me enseñó lo poco que sé de Schelling y de Kuno Fischer-. Pero tengo para todos, por recuerdos que no sea.

En ese relatillo un papel muy secundario, una viñeta apenas garabateada en unos renglones, lo invadiría el señor B.. El más réprobo de los alumnos de mi promoción: nunca iba a clase, siempre estaba en el bar y todo se lo tomaba a broma. Era deslenguado, procaz, desaliñado, sarcástico, colchonero, aunque en realidad apenas sabía nada de fútbol. Ni iba a clase ni estudiaba nada -un ni-ni adelantado- ya que sabía que su sabio padre no le dejaría en la estacada y le compraría un titulo universitario en una de esas facultades-expendedoras privadas que brotaron como champiñones por toda España en aquellos años. Y que su poderoso tío, el ex-Ministro de Economía y Hacienda, le colocaría en el momento oportuno en un puesto de trabajo. Y ahí le tienes, como redactor de El País. Y es que la clase alta, Wilfrid, jugáis con un colchón sobre el que dejar pudrir vuestras vanidades, y yo que me alegro de vuestra fortuna laboral, colega. Que sea por muchos años. Pero que se sepa por ahí cómo funciona esto, pagando y con enchufe, como toda la vida de dios...

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18 Comenta:

Blogger cabeçao dijo...

Ay, Sufí, la Facultad... cuántos años desperdiciados. Eso sí, ¿hay, acaso, algo más hermoso que barandear la juventud entre porros, porronponperos y, cómo no, porristas (ya sabe, término mex para designar a lo que los gringos llaman cheerleaders y que aquí me sirve como vulgar excusa fonética para las chavalas)? Ojalá usted, que para eso tiene mano, lleve a cabo el ejercicio y rememore cómo fueron sus pasos, y hasta su caminar, por esa fábrica de nada que fue -no sé si hoy habrá mejorado algo, lo dudo- la Universidad Pública Española de los noventa.
Recuerdo sus menciones a DB. Parece que ha sabido, o le han sabido, abrir camino por el abrevadero de elefantes prisil. Que lo tome con salud. Por lo que a mi refiere, a mis padres, más bien, no creo que yo esté en ese grupo de afortunados herederos. Bien sabe que nunca me zambullí, y lo conoce de primera mano, ya que conmigo metió los pies, tan sólo, en la charca de los enchufes. Al menos para lo que una vez pensé como profesión y que nunca, en sentido estricto, llegué a desarrollar como tal. Lo que sí que hice, hago y, probablemente, seguiré haciendo, es tirar de los amigos o similares que he tenido la fortuna o la habilidad de conquistar. Amiguismo, pues, y si así lo quiere llamar, pero no de cuna, sino de cena, con café irlandés, copa y puro. Algún día, de cualquier modo, llegará la hora de la cuenta y ahí, con todos, habré de verme las caras y, por qué no, las carteras. Mientras, y que dure, sigue la fiesta.
Un abrazo,
C

5:59 p. m.

 
Blogger Unknown dijo...

En la universidad yo no fumaba porros. Ni siquiera fumaba cigarrillos. Jugaba al futbol-sala en el Legasur y al basket con los colegas de Alcorqueens. Entrenaba entre semana y jugaba los sábados o domingos.

Entrenábamos en un polideportivo en Leganés, que está cerca del cementerio viejo. Allí jugaba el Leganés de balonmano, de donde salió Papitu -do you know?-, que aluego triunfó en el Barça... que ganaba siempre a los de León. Menudo equipo.

Es verdad que a usted no le regalaron el título, ni se lo compraron sus padres. A usted el que le jodió fue el que se cargó a Mario Conde en Banesto... que no pudo entrar en CUNEF. Mírelo por el lado bueno: ahora sería uno de esos cabrones-titulados en finanzas que nos han metido en el hoyo... y siguen cobrando sus bonus millonetis.

A pasarlo bien... con esa segunda juventud (¿o es la tercera ya?).

11:04 p. m.

 
Blogger Unknown dijo...

Borasteros era gracioso casi todo el rato, pero también un cabrón rencoroso que te soltaba una patada retórica cuando menos te lo esperabas.

Hablábamos de literatura, de política, de cine, de chicas, pero no de fútbol, porque no tenía ni guarra.

Algunos viernes quedábamos por Malasaña e ibamos al Malandro, Nueva Visión, El Laberinto, La Vía Láctea, el café del 2D... si se nos hacía muy tarde, como no podía volver a Alcorcón, me invitaba a su casa. Su padre era cardiólogo y vivían en un dúplex por José Abascal.

- Matamoros, quédate a dormir en casa y así ves nuestra biblioteca.

Una de las aficiones más perdurables de mi vida ha sido contemplar las bibliotecas de los papás de mis amigos. En mi casa apenas había libros, y gracias a que mi madre es tan inteligente que nos hizo socios del Círculo de Lectores, y así amamantó mi vicio por la lectura durante años y años y años.

En las conversaciones en la Facultad no perdía ocasión de darme una de sus patadas retóricas:

- Matamoros, nunca vas a entender a Heidegger, no lo leas, está por encima de tus posibilidades... Es inútil.

O:

- Matamoros, qué haces leyendo al puto maricón de Lorca. "Poeta en Nueva York" es una mierda, no se entiende nada porque es una mierda, no lo leas... Te lo digo yo que he vivido en Estados Unidos y conozco Nueva York.

Aguantaba estoicamente sus salidas de pata de banco... porque, al final, era un amigo.

Cuando empezó a trabajar en el diario, recordarás que yo a veces leía sus ridículos artículos en San Blas en voz alta, llenos de fallos y retruécanos. Entoces, ya era yo el que se había convertido en crítico feroz... y me encantaba despellejar sus atolondradas piezas. No sabía nada de fútbol ni creo que haya aprendido nada ni que pueda hacerlo.

Cada uno tiene su ángel... y el de Dani no es la escritura ni diseccionar un partido de fútbol, ni siquiera entiende los intereses que rodean a ese juego... aunque, eso sí, ha aprendido a redacta correctamente. Eso se aprende.

Pero el ángel ni se enseña ni se aprende: se tiene o no se tiene... con título o sin él... seas de alta o baja cuna, más inteligente o menos, con dinero o sin un chavo.

1:32 p. m.

 
Blogger cabeçao dijo...

Coño, ¡claro que me acuerdo de Papitu! Un tocho de mucho cuidado. Una mula que nunca entendió el juego. Eso sí, tenía un cañón y, con eso, le sirvió.. De cualquier manera, en balonmano siempre fui del Atlético, que por entonces, mediados los 80, jugaba en el Magariños. Y, sobre todo, lo fui por Cecilio Alonso, un fenómeno al que el hombro derecho se le dislocaba cada tres partidos. En fin, ya sabemos que el balonmano es deporte, como el waterpolo, para cada cuatro años, que tocan a JJOO.
Y sobre CUNEF, al mí el que me jodió fue, precisamente, MC, que le dio la jubilación anticipada a mi padre, y por eso ya me pedían 7 décimas más para entrar en CUNEF, lugar del que me a mí me interesaba, sobre todo, su locación en Madrid. Por la tontería perdí tres años exttras en el pueblo, sin darle ni al derecho ni, perdón por la gracieta, al revés.
Y pasarla, que la pasemos bien todos, Sufí, que de eso se trata.
Ya sabe: ¡a coger y a chupar, que el mundo se va a acabar!

9:12 p. m.

 
Blogger jaime dijo...

La primera vez que fuí a Magariños tenía diez años. Me llevó mi padre. Televisaban un Estudiantes-Basconia.

Le pedí un autógrafo a Fernando Martín. Me pareció altísimo... como Mazinger Z.

Luego tuve que conciliar mi madridismo antipático -mi historia de amor y odio por este club- con ser hincha del Estudiantes en el basket, y del Atleti de Juan de Dios Román, Cecilio, Juanón de la Fuente... aquel pivote tan trabajador, tan poco dotado para la pereza. De ahí debe nacer mi galopante esquizofrenia, ser un bipolar seguro que tiene raíces culturales... ahora que lo pienso.

Ayer estuve con el Lobo. Saludos de su parte. Está en plena forma: qué talento para hacer amigos y amigas...

1:24 p. m.

 
Blogger jaime dijo...

Cuando Javier García Coll, El Rata, que tanto le gustaba al inolvidable Andrés Montes, levantó la Copa de Europa con el Real Madrid... se acordó de todo el frío que había pasado en La Nevera, todos aquellos años jugando en aquella habitación llena de frío...

Es mi mejor recuerdo como madridista.

El personaje secundario, por un instante, se destaca y acapara todo el foco.

Y luego el fundido a negro...

1:46 p. m.

 
Blogger cabeçao dijo...

A mí, en aquella época, me gustaba casi tanto el básquet como el fútbol. Supongo la mente forma la idea de los jugadores como héroes -como dices tú, como Mazinger Z- y hace que vimos de chinorris se nos hagan mejores que los de ahora. Yo también era un poco de Estudiantes, sobre todo por la pareja gringa que gastaban, David Russel, un negro que se tiraba hasta las zapatillas y que, por entonces, era el mejor matador que había visto en la vida. Luego estaba Pinone, el Oso, uno de esos tipos blancos con pinta de torpones que conocen el juego y, sobre todo,al adversario. Con ellos, como bien dices, jugaba el Rata. Creo que base era un bigotón que se llamaba Héctor Perotas. Y acompañando al Oso, estaba Orenga dando ostias como panes al que se acercase por la pintura. Hace años que no veo baloncesto patrio. Tengo el cupo lleno con aquellos partidos de adolescencia. Creo que, desde que Sabonis se fue del Madrid, no he vuelto a ver ni un partido. Ni lo veré.
Por lo demás, me saluda al Lobo cuando lo tenga a mano. Espero que siga pintando -o es otra de sus aficiones minñusculas y efímeras...-
Un abrazo,
C

9:40 p. m.

 
Anonymous Anónimo dijo...

Yo nunca he hablado de cine con nadie. No me gusta ni me ha gustado nunca ver películas.
Por lo demás, dentro de este no muy generoso retrato me quedo con lo de que era gracioso y con lo de que he aprendido a redactar -es de suponer que dada la falta de talento, gracias a una cierta insistencia, lo que no deja de ser una pequeña virtud-.
Nunca he ido a una universidad privada, pero eso es lo de menos. Tampoco hay que ajustarse siempre a la realidad en unas memorias (de hecho, la leyenda dice que es infrecuente). Y mucho menos si es en una parte minúscula y marginal de la historia. También tengo serias dudas de que te llamase por el apellido. No lo tengo por costumbre con nadie. Ni entonces, ni ahora. Tampoco me suena que te desanimase en tus sesudas lecturas de Heidegger, pero todo puede ser. La memoria es frágil.
Del resto hay cosas que sí son verdad. Por ejemplo, mi nombre y primer apellido.

6:04 a. m.

 
Anonymous Anónimo dijo...

Estimado Jaime:
El señor B. y yo hemos hablado de ti, en alguna reunión, o con otros amigos, durante estos largos años, siempre con afecto y respeto. Siempre valoramos sinceramente tu inteligencia, tu fino sarcasmo y tus amplios conocimientos literarios. Nunca pensamos que si alguna vez conseguías algo bueno en la vida, sería por méritos de otros, y no tuyos.
Siento tristeza al ver que nos equivocamos contigo. La pregunta es, ¿por qué sientes tanto rencor, desde hace tantos años, hacia tanta gente? Esto es cuento viejo, y lo sabes.
Hace unos años me encontré contigo y dijiste cosas denigrantes de mi directora de tesis, a la que sencillamente despreciabas. Fui educado, y no quise discutir. Es muy posible que pensaras que yo debía de ser un idiota si hacía la tesis doctoral con ella. ¿También has hablado mal de mí, Jaime? No contestes; no es necesario.
En otras ocasiones, eran otras personas las víctimas. La cosa fue especialmente intensa cuando te juntabas con esos que ahora tú llamas “los buenistas”. El problema es que nunca te vi un levísimo, casi imperceptible, pero esperanzador atisbo de autocrítica.
No es bueno confundir el rigor crítico con la mala educación. Nunca ha servido de mucho patear en los congresos, en los teatros o en los ateneos.
Siempre hemos pensado, el Sr. B. y yo, que, dadas tus altas pretensiones como escritor, al menos en aquella época, algún día veríamos algún magnífico libro tuyo publicado, con buenas críticas de personas de buena voluntad, pero han pasado los años y ese libro no ha llegado, o no lo conocemos. Lo esperamos todavía, y te deseamos suerte en ese empeño.
También te pido, por último, que te ciñas en tus comentarios públicos (aunque sólo los lean un par de amigos, tan autocomplacientes como tú, en “lasmilyunatrompas”) a una mínima exigencia de moderación y de respeto, sobre todo cuando hablas de personas, y citas sus nombres, sus apellidos, o los de sus padres, o la calle donde viven.
Acabo de hablar con nuestro amigo, y los dos nos sentimos apenados. No sé si este tipo de sentimentalismos pueden ser comprendidos por una persona tan inflexible y tan rigorista como tú. Pero quiero que lo sepas.
Cuídate.
Paco

7:47 p. m.

 
Blogger Unknown dijo...

Bueno, pues parece que volvemos a las andadas. Los reproches son mutuos... y en aquella época también lo eran. Mutuos. Imagino que tengo el mismo derecho a hablar de vosotros que vosotros a hablar de mí en vuestras conversaciones privadas.

El libelo y el panfleto siempre me han parecido dos géneros mayores. Hoy día desperdiciados por una mal entendida pomada sentimental -imagino que trufada por intereses personales- que lo han desterrado de la vida pública, salvo internet. Así nos ha ido en tantas cosas en la vida... a mi juicio por callar y otorgar validez a lo que habría que haber impugnado con la fuerza de la sátira. Aún a riesgo de enemistarse o desacreditarse socialmente.

Por último. Si pides, Paco, moderación en mis comentarios, tal vez deberías empezar por no prejuzgar a mis amigos, a quienes no conoces... y meterlos en el mismo saco que a mí. Aunque hace que no coincidimos, no recuerdo esa conversación ni sabía que hubieses hecho una tesis ni sé quién fue tu directora.

Pero siempre he reivindicado la ira como expresión de los sentimientos tan válida, al menos, como la ternura. Y yo tengo amplia capacidad para ambas. Qué le vamos a hacer.

9:12 p. m.

 
Anonymous Anónimo dijo...

Si no me equivoco, este Jaime es ese chico de la Facultad del que recuerdo, al margen de compartir alguna clase (pronto fui un año a Inglaterra y luego al turno de tarde, perdí contacto con mucha gente) y algunos amigos (Dani B. entre otros) apenas un par de cosas; (1) bebía ginebra sola (servidumbres de adolescente en plena construcción de la identidad; por aquél entonces todos tendríamos las nuestras). (2) En una reunión en el Paraninfo por algún cambio de plan de estudios o semejante, después de unas cuantas intervenciones suyas los asistentes empezaron a mostrar cierto hartazgo. Se levantó para hablar de nuevo y tras ciertos adornos dejó sentado, ante algunas risillas del personal y la estupefacción generalizada, que era necesario que existiera gente como él. Chim-pum.

La sensación que tengo es que no era mal tipo; su aspecto de niño bueno no encajaba demasiado en esa imagen de intelectual cáustico, a medio camino entre maldito y dandy, que se trabajaba a golpe de Larios, pero eso lo hacía más entrañable. Aunque muchos lo tomaban por un tipo risible, nunca lo compartí. Como mucho admitiría que su histrionismo era producto de algunos complejos.

A Dani lo he conocido más. Como estudiante, bastante desastre. Como compañero de tertulia, muy bueno. Gracioso, corrosivo, agudo, bebedor insaciable de cerveza. Pensándolo ahora, tenía todo el perfil para terminar de periodista. Me alegro de que su expediente no haya impedido que aprovechen su talento. No sé si sabía o no de fútbol, pero me gusta lo que escribe. Parece que alguien no se ha quedado en unos resultados académicos de una Universidad que premia la basura adocenada y ha dado una oportunidad a alguien que lo vale y ahora, para variar, tenemos un buen periodista. Por cierto, o mucho ha cambiado, o esa oportunidad no se la ha dado su tío: me consta que estando en la Universidad Dani le pidió un par de favores (legales y legítimos) y no movió un dedo por él. Yo estaba presente.

En cuanto a esta trifulca… a uno le hace ir veinte años atrás, lo que no deja de tener su gracia. Nunca pensé que se pudiera guardar rencor tanto tiempo. Ni seguir perennemente en la adolescencia. Obviamente, a Jaime no le debe de ir demasiado bien en la vida y lo siento, espero que cambie su suerte. Aún así, parece demasiado elemental volcar las frustraciones en quien no le ha ido mal del todo (¡Pues sí que es una bicoca ser periodista hoy en España!… no quiero ni pensar si llega a trabajar en una profesión como dios manda). Y peor aún, envolverlo en el resentimiento de clase a estas alturas. No es que me parezca moralmente reprobable, que a lo mejor también, es que ese regusto de envidia y rencor me parece estéticamente lamentable. Chico, las cosas hay que asumirlas con mejor espíritu: a unos les va mejor que a otros, qué se le va a hacer.

En cualquier caso, lo mejor de lo mejor, la venganza: “Cuando empezó a trabajar en el diario, recordarás que yo a veces leía sus ridículos artículos en San Blas en voz alta, llenos de fallos y retruécanos. Entoces, ya era yo el que se había convertido en crítico feroz... y me encantaba despellejar sus atolondradas piezas.” Esto tiene, además de algún nombre que se estudie en primero de psicología, una novela.

Muchos saludos a todos. Me alegraría veros algún día.

Fernando.

12:01 a. m.

 
Blogger Unknown dijo...

Fernando, no te recuerdo de nada. Pero está bien que te sumes a la tertulia.

No sé si te refieres al asalto al Consejo de Universidad. Yo fui uno más de los que participó por convicción, y para nada recuerdo tu versión.

Lo que soporto peor es que mi pinchen el teléfono, el correo electrónico y hasta la casa de mis padres... por participar en una asamblea que denunciaba la burbuja inmobiliaria... cuando todos los poderes políticos, financieros y periodísticos trataban de ocultarla. No en vano, si cretinos como tú escriben en este blog, me imagino lo peor. Esta violación de los derechos humanos, me da menos risa. Sigo pesando pocos kilos, mantengo mi aire ensimismado, y mis complejos los trato como buenamente puedo.

A mí Dani me parece también un excelente conversador. Pero como periodista deportivo me producían risa sus artículos. No sabe nada del juego y es difícil contar algo que no se aprecia. En aquella Facultad, había mucho lector del "Marca"... igual eras tú uno de ellos. Y mucho insulto al que pensaba diferente.

Los chanchullo entre Dani y su tío, me la soplan, la verdad. No tengo madera de investigador, y el chanchullo español es una categoría política más.

Me encanta la ginebra... pero con tónica.

12:15 a. m.

 
Anonymous Anónimo dijo...

Sólo una última intervención. Desearía pedir perdón a los amigos de Jaime. Por supuesto, no quería ofenderlos, ni prejuzgarlos. Si así ha sido, espero que sepan disculparme. Sería absurdo pensar de otro modo. Tenéis que comprender que un buen amigo mío estaba siendo insultado de la manera más ignominiosa y ruín, con todo tipo de acusaciones falsarias. Pero, es verdad, si pido autocrítica, soy el primero que debe hacerla.
En lo que respecta a Jaime, subscribo todo lo dicho, punto por punto. No es un reproche: siempre lo he visto hablar mal de otras personas. Son cosas que tengo muy presentes de mis conversaciones con él. Lo de que no haya publicado el esperado libro, creo -si no me equivoco-, que tampoco es un reproche, sino otra constatación. A mí me da igual lo que haga, si escribe o viaja en tranvía. Simplemente le pido respeto, y un poco de cordura.
Que disfrutéis su amistad. Es un tesoro, pero tened cuidado si os da la espalda.
Paco

1:37 a. m.

 
Blogger Unknown dijo...

Paco, nos habremos visto tres veces, no más de dos horas, en los últimos diez años. Es asombroso que recuerdes tan precisamente las conversaciones y que hablaba mal de todo el mundo, ¿de qué mundo? Eres todo un psicológo, espero que seas igual de eficaz como profe.

Para mí lo llamativo es que por unas líneas sobre el señor B. en un blog escrito para unos amigos, que nunca pensé que pudiéseis leer, se desencadenen de nuevo los insultos, tuyos y de un tal Fernando, al que ni recuerdo. Vosotros veréis. Dani a desmentido lo que es falso del comentario, y tu me llamas falsario sin más.

Me hace ponerme en lo peor. Ya he comentado que me sé pinchado, con mi intimidad violada, desde hace unos dos años. Y sin haber cometido un delito, a no ser que hablar mal de la gente sea ya delictivo. Y me soprende, me sorprende mucho que navegéis por aquí, ¿quién os dio esta dirección?, ¿cómo llegastéis a ella?, ¿por qué motivo respondéis a una supuesta calumnia, acrecentándola?

Lo flipo.

12:12 p. m.

 
Anonymous Anónimo dijo...

Jaime, la cosa es muy sencilla. Es Internet. Un espacio público en el que es fácil orientarse gracias a un buscador. Entiendo que todo esto es un mero divertimento literario y no me importa en absoluto. Es casi seguro que en la época de la facultad era un poco gilipollas y es posible que lo siga siendo. Tampoco me importa que consideres que no sé diseccionar un partido. Ni siquiera me importa saber diseccionar un partido, cosa que hace años que no hago. Lo que sí me molesta, a qué engañarnos, es que des por segura una hipótesis razonable, pero falsa: que obtuve mi título universitario y puesto de trabajo a través de otra fórmula que no ha sido mi propio esfuerzo o la suerte o la metedura de pata de alguien que confió en mi inexistente talento. Y que lo hagas como si lo supieras a ciencia cierta y escribiendo mí nombre y apellido (que es bastante raro). Esto se llama difamación. Pero tampoco importa, porque no me avergüenzo ni de mí ni de mi familia. Un saludo y, por cierto, si es verdad que te han pinchado el teléfono por ser portavoz de una asociación eso es una noticia.

2:00 p. m.

 
Blogger jaime dijo...

Pues siento haberte difamado, Dani. Y lo retiro si no es cierto. Yo no gano nada con esto que, efectivamente, es un juego... para los amigos, sin mayores pretensiones.

A mí el fútbol también me importa un pimiento. Antes, no; ahora, sí. Oigo los partidos por la radio como el que oye llover... Hace tiempo que casi nada me interesa, y menos un juego alienante y estúpido.

Me alegro que te dediques a otras cosas, en las que tu talento seguro que será mejor aprovechado.

Sé que me han pinchado y que la casa de mis padres está pinchada. Pero no tengo forma de demostrarlo, con lo que me jodo (porque es realmente difícil vivir sin intimidad... y no volverse loco), y ni siquiera tenemos noticia porque no hay confirmación, ni creo que pueda obtenerla.

En todo caso, un abrazo, por los buenos ratos.

2:42 p. m.

 
Anonymous Anónimo dijo...

Gracias por tu comprensión. No, no es cierto. Podía haberlo sido, que, efectivamente, esto es España, pero no. Pagué todo mi diletantismo juvenil currando luego como un cabrón. Cómo ejercicio literario me parece perfecto y reconozco que era un personajillo, yo, que daba juego para ese tipo de cuento. Úsalo sin reparos, pero a ser posible sin citar mi apellido. Un abrazo y cuando tengas pruebas de algo así ponte en contacto conmigo, que ahora llevo temas de asociaciones vecinales (entre otros asuntos).

2:49 p. m.

 
Anonymous Anónimo dijo...

Me había llevado la falsa impresión de que ibas a quitar mi apellido del post. Vaya, me equivoqué. No pasa nada. Suerte.
Dani.

11:40 p. m.

 

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