La reconquista de Madrid
Madrid es una plaza a la que no puede renunciarse si se quiere gobernar la nación, aún pesa tanto la losa del centralismo en plena madurez del sistema autonómico. La Comunidad de Madrid estuvo gobernada durante doce años (1983-1995) por el socialista Joaquín Leguina. Le sucedió en el cargo el hoy alcalde de la capital, Alberto Ruíz-Gallardón, por la opción conservadora, que gobernó ocho años (1995-2003). Es en 1996, un año después de que los conservadores tomaran el poder autonómico en Madrid, cuando José María Aznar vence a Felipe González en la pugna por ser jefe de gobierno, y le arrebata la presidencia de la nación. Madrid había caído primero en las redes de un "nuevo" conservadurismo, el de los gobiernos Aznar: autoritario y paternalistas en las formas y los usos, pero, a la vez, lanzado a la conquista del lugar en el mundo que España alguna vez gozó en su época imperial. De ahí manaría tanto desvarío posterior.
La comunidad de Madrid ha sufrido una mutación bestial en las últimas tres décadas. Urbanística, de población residente, de nuevos usos financieros y sociales. Por poner tres ejemplos gráficos: el fenómeno Ifema (que hoy preside, vaya por dios, el alcalde sevillano), una feria de muestras anual, o la ampliación elefantiásica del aeropuerto de Barajas, o el fenómeno de la gentrificación que han sufrido barrios tan característicos como Chueca, el barrio Universidad, el barrio de la Letras o Lavapiés. Madrid ha sido el escenario elegido por las elites para establecer una ciudad-pasarela (o ciudad-marca) del capitalismo más salvaje, a la altura de París, Londres, Milán o Berlín. La configuración del nuevo decorado lleva décadas de hegemonía de una derecha que se mueve como pez en el agua con ayuda de sus altavoces cercanos (radios, periódicos, tedetés) entre el casticismo más desenvuelto y el capitalismo más descarado. Y en eso la señora Aguirre es imbatible.
Etiquetas: ciudades-marca, comunidad, madrid
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