Lecciones (ajenas) de la huelga
Isaac Rosa/ público
“De la jornada de ayer, los sindicatos tienen que aprender la lección que les han dado los trabajadores: que la mejor manera de protestar es trabajando.” -Soraya Sáenz de Santamaría, portavoz del PP en el Congreso-.
No, si al final vamos a tener que leer prensa extranjera para enterarnos de lo que pasa, como en los buenos tiempos. Mientras la mayoría de diarios negaba la huelga, los corresponsales extranjeros vieron lo que sus colegas no habían visto: que hubo huelga, no masiva pero sí importante.
“Gran parte del país paralizado”, decía el Wall Street Journal. “España al ralentí”, en Le Monde. “La industria y los transportes pararon mientras miles tomaban las calles”, apuntaba el New York Times, mientras que el Independent británico contaba “millones de trabajadores en huelga”, y destacaba que “hasta Almodovar suspendió el rodaje”, que ya saben el tirón del manchego fuera de aquí.
Mientras la mayoría de la prensa nacional, radios y tertulias repetían el mensaje del fracaso sindical, los medios extranjeros veían lo que tantos vimos el miércoles: que hubo huelga, que en algunos sectores fue total y en otros escasa, y que muchos salimos a la calle. En el transporte, por ejemplo, el seguimiento fue masivo, pero los servicios mínimos engañan una vez más: si se cumplieron “con normalidad” no es porque apenas hubiera huelga, sino lo contrario: porque todos los trabajadores hicieron huelga, salvo los obligados a servicios mínimos. Si no, no habría servicios mínimos sino funcionamiento habitual, como pasó en el metro por el descuelgue de los conductores.
Pero nada de eso impresiona a quienes vieron en la huelga la oportunidad de liquidar el movimiento sindical, y que ahora no van a dejar que un montón de obreros de fábrica, conductores o recogedores de basura les estropee el plan. Por eso se multiplican los llamamientos a que los sindicatos “escuchen la lección”, “tomen nota”, “aprendan del fracaso”, etc.
La crítica a los sindicatos, y el debate sobre el modelo que queremos, es cosa de los trabajadores. Mal iremos si atendemos las “lecciones” de quienes sólo aceptan la existencia de sindicatos si no sacan los pies del tiesto del diálogo social. Cuando firman acuerdos, todo son elogios a su responsabilidad. Cuando salen a la calle, garrotazo. Esa es la primera lección.
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