domingo, enero 30, 2011

Joyce por Piglia

"(...) Cuando le preguntaban por su relación con Freud, Joyce contestaba así: "Joyce, en alemán, es Freud". Joyce y Freud quieren decir alegría; en este sentido los dos quieren decir lo mismo, y la respuesta de Joyce era, me parece, una prueba de la conciencia que él tienía de su relación ambivalente pero de respeto e interés respecto a Freud. Me parece que lo que Joyce decía era: yo estoy haciendo lo mismo que Freud. En el sentido más libre, más autónomo, más productivo.

Joyce mantuvo otra relación con el psicoanálisis, o mejor dicho con un psicoanalista, y en esta relación personal, en una anécdota, se sintetiza un elemento clave de esta tensión entre psicoanálisis y literatura. Joyce estaba muy atento a la voz de las mujeres. Él escuchaba a las mujeres que tenía cerca: escuchaba a Nora, que era su mujer, una mujer extraordinaria; escuchándola, escribió muchas de las mejores páginas del
Ulises, y los monólogos de Molly Bloom tienen mucho que ver con las cartas que le había escrito Nora en distintos momentos de su vida. Digamos que Joyce estaba muy atento a la voz femenina, a la voz secreta de las mujeres a las que amaba. Sabía oír. Él, que escribió Ulises, no temía oír ahí, junto a él, el canto siniestro y seductor de las sirenas.

Mientras estaba escribiendo Finnegans Wake era su hija, Lucia Joyce, a quien él escuchaba con mucho interés. Lucia terminó psicótica, murió en 1962 internada en una clínica suiza. Joyce nunca quiso admitir que su hija estaba enferma y trataba de impulsarla a salir, a buscar en el arte un punto de fuga. Una de las cosas que hacía Lucia era escribir. Joyce la impulsaba a escribir, leía sus textos, y Lucia escribía, pero a la vez se colocaba cada vez en situciones difíciles, hasta que por fin le recomendaron a Joyce que fuera a consultar a Jung (...)."


Los sujetos trágicos (Literatura y psicoanálisis), Ricardo Piglia

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