miércoles, junio 25, 2008

La lengua y las clases

Alguna novelable cabeza de la crema de la intelectualidad hispana, querido Wilfrid, ha lanzado un manifiesto en defensa de los derechos institucionales de la lengua española. [Puede encontrarlo fácilmente (por supuesto, le recomiendo que lea y no firme) en el sitio web de Unión Progreso y Democracia]. Como lo oye. Renombrados padres revenrendos de tan feliz iniciativa, motivada por el riesgo inminente de la muerte oficial del castellano de España a manos de las lenguas pequeñas de la España plural por su acoso premiado, presuroso y primitivo, me creo que es otra trola interesada de nuestras elites culturales. Educación y cultura no son diagramas de Venn aislados en una soledad de tiza. Más bien, etiquetas equívocas. Y si los especialistas en tratar malestares culturales y ofrecer purgantes, cálices y obleas de felicidad transitiva nos recetan su idea, es porque el mar de fondo es otro. La pobre de la casa, la educación pública, arrinconada, minuscavada y mancillada es la piedra de toque de la que nada se puede decir en el enrarecido mar ciudadano/político, revuelto en papel de periódico. Sin embargo, Wilfrid, yo no soy de los que piensa que ande en riesgo la lengua común por el acoso de las pequeñas, como los abajofirmantes se empeñan en divulgar, tanto como lo pueda estar el crédito de las clases (de la que ellos/as, mayoritariamente, huyeron... hacia otras labores, ay, más coloridas, más, mucho más... lucrativas: el mal de España: la generación avarienta que ya ve (sólo) con gafas de cerca). Como repite Miguel Brieva en sus reivindicativas viñetas: "Sin filosofía, la escuela se vacía". Y cuando las aulas estén vacías, ¿quién leerá a los vates, los orates y cofrades de la pluma?

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