Nido de descontento

Esta mañana el sol dora las ramas de los árboles, ya desnudas, y me entretengo leyendo una de las entradas de "La luz de una candela" (Anthropos), la última o tal vez penúltima entrega -ya sabe que no leo novedades, no puedo costeármelas- de los diarios de José Jiménez Lozano, que tampoco es fácilmente encasillable -¿cristiano impaciente?, ¿reaccionario (en el mejor sentido) compasivo?-, a quien tantos premios institucionales avalan. El caso es que sus apostillas provinciales no se acomodan por costumbre a las opiniones del circuito de la engreída -la mitad del éxito se encuentra en la pose- cultura tabulada o consagrada.
Escribe JJL: "Antonio Negri, ideólogo de las Brigadas Rojas, escribe hoy en la prensa que Europa no será otra cosa que un gran mercado para los grandes capitales, y un gran mercado de imágenes, que eliminarán el sabor de la vida, para el resto. ¡Claro! ¿Es que no estaba claro? "A menos -señala luego- que tenga lugar un gran despertar cultural y político." Pero más arriba había escrito que "nada nos prueba que la reconquista por parte de las masas de la participación política en la libertad sea posible". Y yo no lo sé. Lo que sé es que se están tomando todas la medidas, no para impedir "un despertador cultural", sino para asegurar la idiocia: desde la primera enseñanza -ya una ignorancia general básica- hasta las grandes teorías de cuño universitario sobre arte y literatura, sobre democracia y etc. El entierro de la memoria sobre todo y la no signficatividad del lenguaje: lo mismo es la palabra de la víctima que la del verdugo. Pero no hay que hacer muchas filosofías: en el zoco que es Europa de lo que se trata es de comprar y vender. Lo que siempre ha ocurrido, por otra parte. Lo único nuevo es que ahora, si se habla de erasmismo, pongamos por caso, lo mismo pueden darte un premio por sabio antiguo que ofrecerte calmantes o una sesión de psicoanálisis para que te tranquilices".
De momento, nuestra clase política y la industria cultural nos descalifican por medio de medias verdades orquestadas, pero pronto pueden dar el siguiente paso: crear su policía cibernética, sus cárceles de simulación, sus manicomios virtuales, para apartar, separar, todo lo que les molesta y desagrada, lo que no encaja en su lecho... para quedarse así, "con las manos libres para hacer su plan". Así se ha comportado siempre, me temo, von der Quelle, el gobernante déspota, amigo de sus amigos, donante descarado de favores. Y a usted le deseo que cumpla muchos más... en compañía de los suyos, desatento a las luchas en la red, nido de descontento.
Etiquetas: cultura libre, elites culturales
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