Nido de descontento
Amigo von der Quelle, ayer se reunieron algunos ciudadanos críticos, que la ola del día llama activistas, frente a la sede del Psoe en la calle Ferraz, para reclamar que no se criminalice absurdamente las descargas en la red para imponer un modelo único, el lecho de Procusto, de nuevo. No llegaron al medio centenar, pero son significativos. El ministerio de Cultura ha lanzado estas semanas de atrás una de sus campañas de publicidad, en esta caso criminalizando las descargas que dicen que dañan al mundo de lo que se ha venido en llamar alta cultura, aunque en ese saco hay de todo, y tal vez le cuadre más cultura tabulada o consagrada. Es una de las formas que adopta hoy la vieja querella entre saberes populares y sabiduría académica. También presente siempre en la creación literaria: la falta de esa tensión, o su vencimiento, es lo que hunde en mil devaneos formales la obra de Juan Ramón Jiménez, ineditable, como el equilibrio de esa tensión es el que vuelve aparentemente inmarchitable la obra de Antonio Machado y su prosa, cristalina. Los ejemplos, como fácilmente puede suponer, se multiplican y escoger a los elegidos es sólo una manera pedagógica de presentar las heridas, pese a que se me acuse de fatuo por nombrar en vano. Hoy día la cultura consagrada, como en cualquier tiempo, ha de mantener esa tensión, asimilar, previo debate, las posturas de las nuevas formas de la cultura popular para no fosilizarse, como a ese desarrollo que a través del software libre quiere rediseñar una plaza propia, la cultura libre, libre de las ataduras de los derechos de autor mal concebidos y la parafernalia de una industria que suele empobrecer los resultados artísticos y aniquilar su función reveladora, que hace polvo lo que toca, lo reduce a mensajes banales y lo lanza al estrellato para multiplicar millones de veces su eco. Ecos de ecos. Es la nueva caverna. El gesto de estos conjurados, sin embargo, es deformado por las elites culturales para no abrir ningún debate, sino menospreciar a los/las valientes que ponen en cuestión la cerca donde los poderosos guardan "sus" tesoros, que sólo podremos contemplar previo paso por taquilla.
Esta mañana el sol dora las ramas de los árboles, ya desnudas, y me entretengo leyendo una de las entradas de "La luz de una candela" (Anthropos), la última o tal vez penúltima entrega -ya sabe que no leo novedades, no puedo costeármelas- de los diarios de José Jiménez Lozano, que tampoco es fácilmente encasillable -¿cristiano impaciente?, ¿reaccionario (en el mejor sentido) compasivo?-, a quien tantos premios institucionales avalan. El caso es que sus apostillas provinciales no se acomodan por costumbre a las opiniones del circuito de la engreída -la mitad del éxito se encuentra en la pose- cultura tabulada o consagrada.
Escribe JJL: "Antonio Negri, ideólogo de las Brigadas Rojas, escribe hoy en la prensa que Europa no será otra cosa que un gran mercado para los grandes capitales, y un gran mercado de imágenes, que eliminarán el sabor de la vida, para el resto. ¡Claro! ¿Es que no estaba claro? "A menos -señala luego- que tenga lugar un gran despertar cultural y político." Pero más arriba había escrito que "nada nos prueba que la reconquista por parte de las masas de la participación política en la libertad sea posible". Y yo no lo sé. Lo que sé es que se están tomando todas la medidas, no para impedir "un despertador cultural", sino para asegurar la idiocia: desde la primera enseñanza -ya una ignorancia general básica- hasta las grandes teorías de cuño universitario sobre arte y literatura, sobre democracia y etc. El entierro de la memoria sobre todo y la no signficatividad del lenguaje: lo mismo es la palabra de la víctima que la del verdugo. Pero no hay que hacer muchas filosofías: en el zoco que es Europa de lo que se trata es de comprar y vender. Lo que siempre ha ocurrido, por otra parte. Lo único nuevo es que ahora, si se habla de erasmismo, pongamos por caso, lo mismo pueden darte un premio por sabio antiguo que ofrecerte calmantes o una sesión de psicoanálisis para que te tranquilices".
De momento, nuestra clase política y la industria cultural nos descalifican por medio de medias verdades orquestadas, pero pronto pueden dar el siguiente paso: crear su policía cibernética, sus cárceles de simulación, sus manicomios virtuales, para apartar, separar, todo lo que les molesta y desagrada, lo que no encaja en su lecho... para quedarse así, "con las manos libres para hacer su plan". Así se ha comportado siempre, me temo, von der Quelle, el gobernante déspota, amigo de sus amigos, donante descarado de favores. Y a usted le deseo que cumpla muchos más... en compañía de los suyos, desatento a las luchas en la red, nido de descontento.
Etiquetas: cultura libre, elites culturales
0 Comenta:
Publicar un comentario
<< Home