miércoles, septiembre 23, 2009

Es la política, idiotas

Este domingo, Wilfrid, se celebran elecciones legislativas en Alemania. A los españoles nos da igual las elecciones que se celebren fuera de nuestras fronteras, salvo las norteamericanas que seguimos con entusiasta papanatismo. Es normal. Hemos asumido la máxima de que los políticos son todos iguales, lo que nos exime de tomar ninguna postura. Además, es de mal gusto hablar de política en público. Como tener vello en los hombros o una nariz curva o una verruga en un dedo. Lo mejor es ocultar nuestras opiniones, y mejor nos irá. Otro gesto de novorriquismo hispano. Sin embargo, estas elecciones alemanas, también nos incumben, y no sólo porque el país donde se celebran sea socio comunitario, la locomotora de la Unión Europea.

Las encuestas pronostican el final de la gran coalición de cristiano-demócratas (CSU-CDU) y socialdemócratas (SPD), que han gobernado juntos la última legislatura. También dan como favorita a Ángela Merkel, que repetiría victoria y se postularía como probable canciller. Los medios burgueses están empeñados en que gobierne con los liberales (FDP) si abandona el brazo de la socialdemocracia. En cierto modo, el fiasco de la gran coalición demuestra que la retícula izquierda/derecha es necesaria, aun cuando sólo sea como mera representación para mantener la ficción del parlamentarismo. Lo que niega que vivamos en una era post-ideológica. Los Verdes mantendrían su fuerza electoral (en torno al 10%), mientras el SPD bajaría algo. La mayor novedad es Die Linke (La Izquierda), el partido considerado antisistema (porque solicita una reforma de la Unión Europea y un capitalismo más solidario) del que todos quieren huir. La excelente crónica de Rafael Poch en "La Vanguardia", "Todos contra la Izquierda", lo explica un poco mejor.

Un apunte del artículo: "(...) el partido de la Izquierda de Oskar Lafontaine y Gregor Gysi, una alianza de disidentes socialdemócratas del Oeste y ex comunistas del Este, que no deja de crecer desde su fundación hace dos años. Primero se hizo fuerte en las cinco regiones de la antigua Alemania comunista, y se explicó como un "club de nostálgicos" del "comunismo" con el reloj parado. En los dos últimos años ha ido ganando posiciones en el oeste. En el Sarre (21%) es la tercera fuerza, en Turingia (27%) la segunda, gobierna en Berlín con los socialdemócratas, cuyo líder, el alcalde gay Klaus Wowereit, es una estrella en alza del SPD, está presente en 11 de las 16 regiones del país, y tiene vocación de gobierno: su líder, Lafontaine, es un ex Ministro de Hacienda, con veinte años de experiencia de gobierno, que fue candidato a Canciller. En Turingia, donde se ha acabado con veinte años de gobierno conservador, el jefe de lista del partido, Bodo Ramelow, ha propuesto ceder la jefatura del gobierno regional a una candidata verde mucho menos votada que él, para hacer posible un tripartito de izquierdas con verdes y SPD. Todo esto ya no se puede explicar con simplezas."

Por supuesto, Wilfrid, entre nosotros, no existe ninguna fuerza política semejante. La jovencísima formación Izquierda Anticapitalista, que se presentó a la elecciones europeas, ha adoptado el modelo troskista francés. Además, los principales dirigentes de Die Linke, como explica Poch, proceden de las instituciones que cayeron con el Muro de Berlín: comunistas de la RDA y socialdemócratas post-willybrandtianos, desengañados con el canciller Schröeder y sus medidas, escasamente sociales y causa de la ruptura. Igual que quisieron enterrar la historia -la democracia parlamentaria es el único sistema político válido y universal-, quisieron enterrar cualquier sistema económico que no fuera el capitalismo salvaje e insaciable dilapidador de recursos ambientales y humanos. Lo que parece una barbaridad... que costará caro. Ahora les toca encajar a Die Linke en el puzle.

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