jueves, noviembre 19, 2009

Atunes

Vaya por delante, Wilfrid, que sólo me gusta el atún crudo. Ni en aceite ni al natural en conserva. No es que el olor me atraiga pero el sabor es una explosión perdurable. Aún recordarás uno de los festejos gastronómicos que amadrinó Notodo. (La viñeta es de Martínmorales, estrelladigital). Una fiesta donde se protestaba porque el atún rojo de almadraba se vendía a precio de oro a intermediarios japoneses. Japón es el primer consumidor de pescado del mundo. En nuestro país, el toque nacionalista vende bien... porque España es lo mejó. La cena estaba pensada con retintín, y si no mal recuerdo, consistía en un maridaje de atún rojo y vino dulce malagueño (no hagamos publicidad). Se trataba de denunciar ante los mass media la venta de nuestra mejor pesca a un comprador con el bolsillo más abultado. La lógica capitalista, en este caso, se obviaba para dar rienda suelta a nuestros instintos básicos, los identitarios. Los socios de la revista digital, ni que decir tiene, salieron encantados.

Me acordaba de esto, Wilfrid, a propósito del atunero secuestrado en el Índico. La intoxicación mediática que hemos vivido ha sido indigesta. La zaragata entre los partidos políticos va a más con el pago del rescate y la vuelta de los marineros. Anoche veía una entrevista en uno de esos canales de extrema derecha que pueden sintonizarse en la tdt que no es de pago. Un tipo gordo, con acné y un flequillo imposible, barriga prominente, crítico gastronómico, entrevistaba a un cocinero del norte. El cocinero estaba aún más gordo, con poblada barba y una papada que le caía en cascada, bajando por el cuello hasta bien entrado el pecho, gafas de montura metálica que apenas se sostenían por la presión de las mejillas y vello en punta. Estaban sentados en el salón del restaurante del cocinero, que tenía el aire de un ring de boxeo. El espectáculo consistía en que el gastrónomo le repetía frases al cocinero orondo que éste previamente había hecho famosas por soltárselas a sus adinerados clientes. “¿Picoteo, comida, cebarse o recebarse?” les espetaba al sentarse a la mesa. Ambos reían entre toses y jipidos, porque los kilos, al final, pesan. El sobrepeso español debería ser tratado en sede parlamentaria junto al caso Alakrana.

Por un momento, pensé en mi tío Mariano, que había vivido la mísera y fría y hambrienta posguerra española, y cada vez que yo llegaba al pueblo, después de meses sin verme, me daba dos besos, me miraba de arriba abajo y me decía: “Pero, ¿qué te pasa? ¿es que comes sartén rota? Tienes menos carne que un potaje de alambre”. Entonces, la gordura era síntoma de salud y la grasa, un abrigo natural. Lo que pasa hoy, me temo, es que la famélica legión es somalí, y los que pasaron con bien la larga y mísera y fría posguerra española parecen sapos cebados... con memoria de pez de las necesidades que padecieron. Hoy lo que pita es el maridaje de productos exquisitos en lugares de diseño rocambolesco. Y dar voces contra la piratería con el estómago lleno.

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6 Comenta:

Blogger cabeçao dijo...

Sobre atunes, rehenes, piratas, políticos... Y la cosa del nacionalismo. Una pena que Azcona ya esté muerto y, ya que ni veo ni oigo, no se le adivine sucesor -lo que cuesta sacarse los muertos de encima, si es que pesan que es una barbaridad-; porque lo suyo sería un buen guión, de esos que sólo salen de personajes de medio pelo, que en ese país que sufres son, por sus huevas, la vociferante mayoría. De todo este revuelo, Sufí, reconozco que me he enterado, a penas, por las viñetas de MF y BV en Público -a quién le puede importar que cada cuál le entre a nuevos vicios- y que, por lo visto, al final, vamos a solucionarlo, en cómodos planes de futuro, gracias a la vigilancia privada. Seguratas para todos y, para los vascos, con txapela. En fin que, como ve, nop me he enterado de ná.-
Además, ya sabe, siempre fui de más de pasto. Ni le cuento el steak -txuletón- ayer en Peter Luger, bajo el puente de Williansburg, por los rumbos donde nació Henry Miller y de donde salen todos esos judíos con acento de Brooklyn que pueblan los asentamientos de Gaza con el fusil en una mano y la palabrá de Dios en la otra -las mujeres, de favor, detrás y embarazadas, no sea que se desmanden-.
Sin más.

3:14 p. m.

 
Blogger Unknown dijo...

El caso del Alakrana ha puesto en evidencia la esquizofrenia española al 1.000 x 100. El mismo gobierno que apadrina la cooperación internacional con los países africanos de la costa Este ha tenido que hacer una demostración de fuerza ante el secuestro de los marineros. La figura del pirata sólo se sostiene cuando no hay Estado que te ampare y otras fuerzas (supuestamente legales) esquilman "tus" recursos naturales. La voracidad de la ciudadela europea necesita faenar en otros mares, porque los nuestros no dan a basto. Pero no sólo para consumo interno, sino también para comerciar con otras naciones ricas. Además, utilizamos el fondo de sus mares para depositar la basura radiactiva (fuera de controles legales) con la que no sabemos qué hacer. Pero sólo se habla del rescate, del honor herido y del dolor de las familias. De los 34 marineros-jornaleros que iban en la tripulación, ni la mitad eran españoles.

Queremos ayudar a África, pero los vendemos armas (entre otras cosas para que se armen los piratas) y necesitamos explotar en nuestro beneficio sus recursos naturales. Al menos la postura del partido popular, en este caso, es más coherente: "al negro, ni agua, tiro en la frente". Que es lo que se deduce de los editoriales de la prensa española sobre el uso de la fuerza sobre los piratas, que no es más que un negro desclasado.

1:01 p. m.

 
Blogger Unknown dijo...

Si lo hay que salvar es el steak neoyorkino conmigo que no cuenten.

Cada vez como menos carne, y cuando la como, me da más asco o menos gusto. A elegir. No puedo con la sangre.

Bon apetit!

1:23 p. m.

 
Blogger cabeçao dijo...

Coño, Sufí, pues sí que no me esperaba eso de usted. Siempre le vi disfrutar con la sangre -y no sólo de res, ya me entiende-. Pero ni modo. Yo, por mi parte, de ese barco no me bajo. Al menos, mientras el cuerpo aguante.

6:17 p. m.

 
Blogger Unknown dijo...

Aladro, lo suyo con las verduras es un fanatismo estúpido. Ábrase al continente de las verduras y hortalizas, al de sus primas pequeñas, la fruta. No estoy hablando de vegetarianismo, precisamente.

Trascribe Pla esta conversación (casi sufí) entre dos paisanos de Palafrugell, Coromina y Enric Frigola:

-Los placeres imaginados tienen más intensidad que los recordados.

-Y mucha más intensidad -apostilla Frigola- que los reales.

Está es sus "Notas dispersas" que leo ya de noche, como siempre. Está pesadísimo con el amor físico, el espiritual y el onanismo. Lo mejor es cuando confiesa maldades como el libro que roba en la biblioteca personal del mas Juny al pintor Sert.

Por lo demás, yo soy partidario de derruir el orden establecido... por ordinario. Siempre lo fuí. Pero no violentamente, mis arrebatos de ira mueren en poco rato.

12:11 p. m.

 
Blogger cabeçao dijo...

Una de las muchas cosas que me ha dado México ha sido, precisamente, ese abrirme a verduras -algunas- y frutas -tremendo consumidor me he vuelto, tal vez porque las de aquí, al menos, saben a algo-. A las hortalizas y legumbres nunca estuve cerrado. Eso sí, querido, el pepino y la coliflor, ni imaginados, sean de la familia o continente que les haya correspondido.
De cualquier manera, reconozco, tan sólo como acompañantes. Son como un sombrero, quedan bien, pero no me cubren entero. Este animal, ya ve, es lento en su avanzar. Pero aún así, se mueve.

8:27 p. m.

 

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