martes, enero 18, 2011

Recortes de prensa (7)

El País. Tras la agresión al consejero de Cultura, el periodista Carlos E. Cue nos cuenta los cimientos del milagro murciano: tomates y ladrillo. Murcia, como Almería, son dos provincias donde el cóctel explosivo de recalificaciones de suelo y construcción desenfrenada con grandes inversiones de capitales extranjeros, ha chocado contra el muro de una sociedad escasamente formada, deslumbrada por el dinero fácil. Sindicalistas y ecologistas son los muñecos del pim pam pum hace décadas. Si en Murcia no es descartable que este episodio, politizado por los populares, sea un montaje (destinado a desinflarse en unas semanas) para tapar los fracasos sociales y ocultar las protestas; en Almería, llevan más de diez asesinatos por ajustes de cuentas. Muertes que rara vez saltan el cerco provinciano, ya que jamás son comentadas por líderes políticos o de opinión.

La Haine. En un breve comentario, se nos alerta de redadas contra grupos anarquistas en Madrid, ordenadas por autoridades norteamericanas. Tras la oleada de bombas a políticos griegos, italianos y de la Comunidad Europea, la política dominante trata de trazar una línea de posibles culpables. Lo cuenta en "Seguimientos e identificaciones para confirmar el "triángulo anarquista mediterráneo".

Diagonal. La grafitera mexicana Bastardilla reflexiona sobre el arte callejero -expresión más contundente que la de arte urbano- en un breve artículo, "Arte y actitud": "quienes liberan los espacios compartidos no sólo son los que siembran imágenes en ellos, si no también quienes las viven desde otras perspectivas, les adjudican valores, los engrandecen o rechazan, quienes los cultivan en su memoria como un amor platónico que no pueden llevar a casa, pero sí en el recuerdo, pues bien se dice “la memoria recuerda lo que le gusta”, y, afortunadamente, cuando un lugar más es censurado, sobrevive el hecho de lo que hubo y aparece una nueva posibilidad de reinventarlo." Siempre fue la censura comadrona del arte, del que vale la pena, el que critica, ofende, deslumbra, enseña, subleva y, naturalmente, cambia las cosas. O sea, del que aquí no tenemos ni para dar ni del que aprender.

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