Pleitos tengas

Pero mira que le quiero, y lo poco que me gusta, podríamos decir, parafraseando un poema machista y cantarín de Luis Alberto de Cuenca, casi aristócrata y siempre alerta. También vale la variación: pero mira que me gusta, y no le puedo ni ver/oír. El líder vocinglero, cantamañanas y malpensado del neoliberalismo caspo-hispano del siglo en el que estamos, no ceja. Qué jeta. Es levantarse, encaramarse al micro, y no parar la logorrea: machacona, cargante, cansina. Erre que erre: mezcla de Martínez Soria y Martínez "El Facha". No hay peor droga que el ego y el desapego. El delirio galopa a lomos de un caballito de madera que mes a mes parece más menguado. Ni los obispos ya, ay, cierran, prietas las filas, apretado el fajín, su voz en torno al bufón bufoncillo de las ondas herzianas como hace cuatro años y pico. Ni el partido popular, en busca del centro, atrapado en su enjambre, pasado y particular, le sigue el rastro de sangre (parlamentario) tras las dentelladas (mediáticas) como hace cuatro años y pico. Ni la audiencia, ya, ay, le respalda, como hace cuatro años y pico. Y es que el viento sopla de popa. Y es que, como decía mi abuelito y el desaparecido diario "Ya" y el poeta Jaime Gil de Biedma (en versión remix), lo peor que te puede pasar en este país de todos los demonios es que te caiga encima el famoso dicho castellano, del castellano más llano, claro: "Pleitos tengas..., y los ganes".

Coda para lectores. Cuando Tomás Rodaja despierta, a orillas del Tormes, entre las piernas de los nobles caballeros que le encuentran junto al lecho del río, él trata de explicar que lo que quiere es servir para poder estudiar, y por eso tiene que ir a Salamanca, con ellos, si puede ser, porque en algún sitio ha oído "que de los hombres salen los obispos". Pobre Tomás, cuánto engañado no estará... (El Licenciado Vidriera, Novelas Ejemplares, Miguel de Cervantes Saavedra)