Camuflajes
Quien hubiera pensado que la correspondencia diplomática de las naciones más poderosas del planeta son un ramillete triste de chascarrillos. Dimes y diretes. Al final parece que todo consiste en dar importancia a lo que carece de ella. Bajo el vestido del Estado, hay un hombre en bata correteando y cotorreando con los rulos puestos. Como en un chiste sin gracia de los de Forges.Otoño, depresión. Viento, hojas, lluvia, la acera, un faro de bici en la oscuridad...
Lo que a los ojos de la opinión pública pasa por un bufón, nosotros lo entendemos como uno de los últimos volterianos de Europa. Voltaire era anticlerical y teista. Él, al menos, se dice ateo. Ver a Leo Bassi (foto: en plena actuación, en la UVA) rodeado de sus juguetes, jugando a ilustrado en un país de sombras, lleno de ciudadanos mustios, apocados, desilusionados, hipotecados, pardamente ennegrecidos en sus vidas grises. Sin duda, nosotros, sólo nosotros, debemos estar muy equivocados: no es posible que sólo sea camuflaje lo de los demás.
A vueltas con las elecciones. Votar. Esta vez las catalanas. Escuchando los resultados por la radio, el locutor volvía a manosear el latiguillo más hueco: "En esta fiesta de la democracia..." A depositar el voto tras el espectáculo lamentable de otra campaña huera, lo llaman fiesta. ¿Realmente se lo creerán, o harán el papel que antiguamente hacía el bufón, y hoy está en manos del hombre corriente, gris y fiel contribuyente?
El frío en la cara. El de hoy. Ese frío. Es de las pocas sensaciones que se mantiene inalterable desde la infancia. Sin posible camuflaje.


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