La fuerza de la reacción
Desayunarse cada domingo con la opinón vociferante de los pistoleros bienpagados de la reacción es ya rutina. Hoy, en su columna, el veterano crooner de la derecha Martín Ferrán vuelve a la carga contra los sindicatos: "El poder sindical".
Esta perla es buen ejemplo: "La función sindical no es un estrambote para el soneto parlamentario. Ni tan siquiera tiene rima y medida. Es, en su formulación presente, la continuidad formal y funcional de la organización sindical del franquismo. Un despropósito que trata de sustituir en la calle, con ruido y alboroto, los votos que no consigue en las urnas. Pero, ¿qué democracia es esa en la que unos cuantos líderes autoproclamados, subvencionados e instalados en la bicoca, sin más representación que la de unos pocos trabajadores afiliados y pendientes del pago de su cuota, pueden enmendarle la plana a la mayoría de los representantes reunidos en el Congreso?"
Desde que el régimen de la Constitución del 78 empezara a andar, el principal gremio profesional que ha impuesto una feroz dictadura y se ha llenado los bolsillos es el de ciertos periodistas, mejor perioindustrias, una élite enana. En este período el trabajador que vive de sus manos y recibe un salario ha perdido poder adqusitivo en medio de una precariedad rampante, y ha visto paralizado el ascensor social. Es mentira que en este país se pueda emprender una carrera profesional al margen de estas redes, a no ser un hijo de. Por lo tanto, su liberalismo de boquilla es vocacionalmente siniestro: pura fachada. De la ralea mala, de la parte pocha de la cepa hispánica.
Una de las dianas favoritas de los perioindustrias ha sido la labor sindical, que tiene la misión de proteger los derechos del trabajador: del Estatuto de los Trabajadores al convenio colectivo, de la figura del liberado al comité de empresa. Los perioindustrias llevan años de labor de zapa: insultando a los sindicatos, minusvalorándolos, despreciándolos, desacreditándolos, criminalizándolos. Demasié... y sin posibilidad de denunciar los malos tratos. ¡Y mira que es gordo el escándalo! Esto pasa casi cada día en todos los diarios, en todas las radios y teles, en todos los comentarios y en la pose política cotidiana de figuras de la nueva derecha populista como Esperanza Aguirre.
Cuando a un sistema garantista, como es el representativo, se le amputa un órgano esencial, como es la representación sindical, sólo nos queda un mutilado. Un país lisiado.
Etiquetas: estrellas mediáticas, opinión
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