Deporte y prensa y empresas
No deja de ser ilustrativo que mientras la prensa burguesa se deshace en elogios a la edad dorada del deporte de élite en España, se eche un vistazo a la lista de dirigentes federativos. Tres ejemplos que dan pavor. El sagaz Odriozola en la de Atletismo, el ensimismado y sempiterno Villar en la de Fútbol, el pintoresco Pedro Múñoz, ex-presidente de la de Tenis. Tres secciones deportivas que han cosechado triunfos en estos años a porrillo.
La prensa deportiva española tiene un nivel bajo, en general. Periodistas poco formados en materias tan especializadas como la Medicina. Sin nociones elementales de Ética, por supuesto. Pero avezados a la hora de negociar contratos. Hiperdependientes de los pasajes de avión en que vuelan los dirigentes federativos y de los regalos de las marcas que apoyan (o esponsorizan) a esos deportes. Tal vez por eso, la prensa deportiva francesa, más seria, o la inglesa, más suspicaz, lleven años aireando que el 'milagro español' está bajo sospecha.
Es cuento antiguo. Cuando las antiguas repúblicas soviéticas y los países del telón de acero se llevaban las medallas olímpicas de calle, esa misma prensa tenía serias dudas sobre la validez de los triunfos.
Los intereses entre esos deportes y las empresas de comunicación, como salta a la vista, son estrechos y anchos los beneficios mutuos. Sólo recordar cómo un banco compró el nombre de la Liga de Fútbol Profesional y la Segunda División.
Es tiempo de aclarar cosas. Si se quiere cambiar, hay que confesar y pagar los platos rotos. No vale escabullirse con la excusa de que nos tienen envidia, o relegar la responsabilidad en el deportista pillado en falta.
Lo raro es que haya quien siga creyendo vehementemente en estas ficciones defectuosas. Quienes van a los campos y estadios, por ejemplo. También quienes prestamos atención a competiciones que resultan ser la tapadera de negocios turbios aliados a comportamientos tramposos.
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