Yo vengo a hablar de mi libro, oiga
El día salió azul. Como lleva lloviendo varios días, el aire está limpio, como si le hubiesen pasado un gamuza por encima. La prensa burguesa rebosa comentarios de supuestos artistas airados porque no se ha aprobado de tapadillo la ley de la patada en el router (como gráficamente la describió una parlamentaria de Izquierda Unida). Da vergüenza ajena ver el nivel de la pataleta de los supuestos creadores -en muchos casos, a la altura de su inflada obra-. Pero lo que da más vergüenza, un bochorno de peerse, es que sólo, única y exclusivamente se preocupan de ellos: insultan a los políticos (que no se han portado como perros serviles de sus intereses lucrativos) y a los activistas, a quienes llaman piratas, pero su única preocupación real es su cipote, su inmenso Ego.
Por ejemplo, ya que aprobar de tapadillo una ley que lesiona derechos fundamentales les parece correcto, he echado de menos una palabra, una sola, de aliento a los periodistas despedidos de CNN+, el canal de televisión que cierra.
Les importa su cipote. Y que todo siga igual: ellos a lo suyo, a hablar de su libro. Nos dan una penita. A ver si los periodistas despedidos se animan a comprarles su libro, por la cara bonita. Con el dinero del finiquito.
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