miércoles, marzo 03, 2010

Esto lo arreglamos entre todos

(Os cuelgo un artículo del escritor Ricardo Rodríguez.)

Ya se habrán topado ustedes en más de una ocasión con el exultante anuncio televisivo. Si no se les ha levantado el estómago, o si han aguantado el asco –como un servidor-, habrán visto aparecer ante la pantalla a varios ciudadanos desconocidos y a unos cuantos famosos (¡qué serviciales, nuestros famosos!), exhortándonos a arrimar el hombro para salir de la crisis.

«Esto sólo lo arreglamos entre todos», han llamado a su campaña publicitaria los ocurrentes nuncios de las Cámaras de Comercio y de la Fundación Confianza, alegremente financiada por la patronal de las grandes constructoras (Seopan), bancos y otras muy lucrativas empresas, entre las que destaca Telefónica, pues no en vano el ideólogo de la arenga es Jaime de Andrés, responsable de publicidad corporativa de la compañía. O sea, los mismos que habían roto lo que ahora quieren que entre todos arreglemos. Son muy generosos cuando se trata de cargar el muerto a los demás; es una lástima que no lo fuesen tanto mientras saqueaban el país con absoluta impunidad.


El mensaje es muy viejo, en realidad. Lo consabido: esta crisis, a la que en el anuncio por cierto se evita mentar por su nombre, es una catástrofe que se nos vino encima sin culpa de nadie. Ya nos hemos olvidado de los especuladores que jugaron con la riqueza de toda la sociedad, de los financieros que multiplicaron sus beneficios a costa de la miseria de millones de seres humanos, de la pandilla de piratas y criminales que llevaron al mundo al borde del abismo. Ya no se habla de «refundar» el capitalismo. De nuevo, resulta que no hay responsables. Queda muy feo eso de buscar culpables y es un lío andar cambiando los cimientos de la casa. Si todos arrimamos el hombro, con ánimo constructivo, saldremos del bache. Que hay muy pocas cosas que no tengan remedio, y ésta no es una de ellas, nos dice Pau Gasol en el anuncio. Tal vez quepa alegar que con los millones que gana el jugador de baloncesto se ha de mirar a la vida de manera muy diferente a como puede hacerlo una familia con todos sus miembros en paro desde hace años. Pero ¿nos detendrán las minucias?

El secreto estriba en el espíritu positivo. Ésa es la convicción que nos quieren contagiar en el anuncio Andreu Buenafuente y El Follonero y Juan José Millás (¿necesitaba Millás embarcarse en esta repugnante bufonada?). Nos hablan de héroes anónimos que han logrado sobreponerse a la adversidad. Y Ángels Barceló reclama que salgan en los medios de comunicación; imagino que para dar ejemplo de abnegación a los trabajadores de Air Comet que Díaz Ferrán ha dejado en la calle tras robarles el sueldo de casi un año. Será para que no se ahoguen en un vaso de agua, para que hagan un montoncito con los escasos ahorros que les resten y los dediquen a consumir.

Porque de esto se trata, por supuesto. Los Estados ya han dedicado miles y miles de millones de nuestro dinero a salvar los negocios de los agiotistas y los banqueros. Y ahora toca pagar la cuenta con la sangre de los trabajadores, con despido más barato, con salarios más bajos, suprimiendo gasto público, retrasando la edad de jubilación… Y aún con ello no basta. Hay que consumir, para poner de nuevo en marcha esta infame maquinaria que deberíamos haber hecho astillas a martillazos hace tanto tiempo, para que de nuevo Díaz Ferrán y Emilio Botín y Florentino puedan contemplar con optimismo el futuro. Todo es cuestión de mantener el espíritu positivo. No rodamos por el precipicio; solamente tenemos la sensación de rodar por el precipicio.

Uno ya no tiene edad para que le tomen el pelo de esta forma. Y, sin embargo, tal vez merecería la pena hacerles caso en algo. Quizá esto podría tener remedio, es verdad, si juntáramos el esfuerzo de todos y la rabia de todos y los brazos de todos; si entre todos echáramos a patadas a los ladrones de los despachos de los bancos, de las grandes empresas y de los gobiernos; si fuéramos tantos como para juzgar y encarcelar a los especuladores que se han enriquecido con nuestra desgracia; si decidiéramos apropiarnos de los recursos que a todos nos pertenecen, arrebatándoselos entre otros a los sinvergüenzas que pagan esta campaña, y recobráramos, todos juntos, la vida y la dignidad que nos robaron.

Hay muy pocas cosas que no tengan remedio. Seguro que ésta no es una de ellas.

Ricardo Rodríguez

1 Comenta:

Blogger Unknown dijo...

Pues sí. Estoy de acuerdo con Ricardo. Pero como seguimos siendo... minoría absoluta. Mal asunto.

Este Javier Gómez Navarro es un empresario -empezó con negocios de agencias de viajes, como tantas de las fortunas de la España de la segunda restauración borbónica- que siempre ha remado a favor de la plutocracia.

Un ser anfibio: mitad burócrata, mitad plutócrata. De esos empresarios que de vez en cuando meten sus patitas en la función pública. Un gallifante, vamos.

Uno de los gobiernos de Felipe González le nombró secretario de Estado para el Deporte. El tipo tuvo la brillante idea de destruir las sociedades anónimas deportivas -que no eran la hostia pero eran infinitamente más democráticas que lo que ahora tenemos-, y sustituirlas por sociedades anónimas. A secas.

Menos Real Madrid, Barça y Osasuna, el resto de equipos funciona como una empresa capitalista.

Tienen una junta directiva formada por los socios capitalistas -gente del ladrillo mayormente y otros ladrones de guante blanco, que en cada ciudad se crían- más un montón de abonados -la figura del socio es una de las que cayó en desgracia- que pagan por ver el espectáculo meramente y no pueden decir ni mú de la gestión económica de su club de fútbol. Espectadores-consumidores.

A día de hoy es un secreto a voces que la casi totalidad de equipos de primera y segunda división están quebrados económicas. Algo habrá tenido que ver el modelo, supongo.

Naturalmente, los solares de los estadios, generalmente céntricos, han servido y pretenden seguir sirviendo para engordar a especuladores y aumentar la deuda de equipos que no son viables. Pero como el fútbol es el opio moderno, a ver quién le pone el cascabel al gato...

El otro día oí a Ken Loach decir que el modelo que habría que reivindicar desde la izquierda transformadora para el fútbol profesional es "el de las cooperativas": iguales esfuerzos, reparto igualitario de beneficios, y nadie es más que nadie... lo que liquidaría el absurdo y grotesco espectáculo de las estrella mediáticas, refugio de todo tipo de intereses oscuros y punta de lanza de la ideología neocon.

El fútbol es un juego colectivo, y la estrella del equipo es uno más y punto pelota.

4:34 p. m.

 

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