lunes, marzo 28, 2011

Recortes de prensa (24)

Abc. 1936, noviembre. Lo que sí sabemos con certeza es que las tropas rebeldes a las órdenes de Francisco Franco acampan a las puertas de Madrid. Ya están en el Jarama, Brunete, la Casa de Campo, Ciudad Universitaria, por donde pasa la línea del frente. Hasta llegar. Hasta allí. Un largo reguero de muerte y destrucción. La plaza de toros de Badajoz. Talavera de la Reina. Los sádicos y los criminales empotrados en el ejército rebelde hicieron su trabajo. Queipo de Llano, Millán-Astray, o el general Varela. Todo aquello ya formaba parte de la memoria. Madrid era asediada... cuando deciden trasladar los presos. La misma prensa y los mismos elementos que denuncian a Garzón por investigar los crímenes de la guerra y la posguerra, quienes nada quieren saber de los muertos en las cunetas, pretenden responsabilizar a Santiago Carrillo por los asesinatos de Paracuellos. Llevan años así, acosando sin pruebas y negándose a creerse la versión del único superviviente. Esta mañana, Gabriel Albiac vuelve a apretar el gatillo.

El País. Hace el esfuerzo José María Ridao en "¿Es esto una guerra?" por analizar los orígenes de los últimos enfrentamientos y si hubo o no hubo consenso en Naciones Unidas para las diferentes intervenciones. Este parece ser el rasero actual para aceptar o no una guerra. Kósovo, Somalia, Irak, Afganistán... y ahora Libia. A la eterna cuestión de la división entre guerras justas e injustas, añade el componente mesiánico que el Occidente dominado por las fuerzas conservadoras, incluida la ciudadela Europa, se arroga sobre sí misma desde hace unas décadas para comerciar con armas y vidas ajenas. Lástima que ya no haya debate en la prensa de papel, porque el material es altamente radioactivo.

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domingo, marzo 27, 2011

NO

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viernes, marzo 25, 2011

ella

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derribando el mercado de san Ildefonso

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viernes, marzo 18, 2011

Recortes de prensa (23)

El País/El Mundo por dentro. La muerte de Oriol Regás deja una necrológica y un apunte de lectura. Muy bonitos. Ambos. Pero esa idea... o más bien, el prejuicio, sigue ahí. Como en los tiempos de Franco. La idea que tiene la derecha (conservadora o apolítica, tanto da) de cómo la izquierda ha de dar una imagen desastrada para ser real, y no meros impostores. Un sindicalista debe vestir pantalón roto de pana. Un izquierdista no puede sentarse en un buen restaurante, ni siquiera puede comer bien, porque no puede apreciar el valor de los alimentos. Habría que estudiar qué tara les impide pensar otra cosa, y cómo ese pensamiento ha contaminado a buena parte de la izquierda. Es como un resabio franquista, parte de la herencia, que no conseguimos salvar, cuando ser católico era ir/a misa el domingo con la familia, la ropa interior mudada y la camisa planchada. En el estudio sobre el líder comunista Jesús Monzón de Manuel Martorell (Pamiela), que prologó Manuel Vázquez Montalbán, también se señala la desconfianza del politburó hacia aquel sujeto irritantemente distinto a los demás: siempre bien vestido, con el sombrero de ala y el abrigo de paño impecables, las camisas almidonadas, las corbatas lucidas y la barba rasurada. ¡Un friki!, diría la intelligentsia televisiva de nuestros días, que está aprendiendo a malvestirse. (Foto: Ramón Masats)

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martes, marzo 08, 2011

Recortes de prensa (22)

El País. El profesor Manuel Delgado a veces cuenta por la radio que le gusta coleccionar noticias de sucesos que ocurren en no-lugares. Un centro comercial, una autovía de peaje, un aeropuerto, un museo son lugares programados para que no ocurra nada fuera de lo que tiene que ocurrir. Su esencia es esa nada: pálida y mullida. El placer que dan los no-lugares es esa falta de azar, una seguridad mortecina. Pero cuando la tragedia aparece, aparece la vida. Paradójicamente. Como en este accidente laboral: "Una trabajadora muere aplastada al limpiar el foso de un ascensor". En el museo de Antropología de Madrid. Precisamente. Con el estigma de la subcontrata. Un ente público: un museo. Que depende del ministerio de Cultura. Precisamente.

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domingo, marzo 06, 2011

El sistema gastado del 78

El sistema de partidos en que se asienta la Costitución del 78 ha desembocado en una alternancia de los dos partidos mayoritarios. Probablemente, era de esperar por sus artífices. Este sistema castiga a la tercera fuerza electoral que tiene que pagar muchos más votos por cada escaño de representación. Tampoco eran las fuerzas nacionalistas las principales beneficiarias de la ley D'Hondt, como suele repetir machacanomente la prensa burguesa españolista, sino las dos fuerzas mayoritarias: Psoe y PP.

La derecha parlamentaria ha gobernado menos años que la izquierda progresista (ellos mismos renunciaron a la denominación socialdemócrata) durante estos treinta años. La derecha comenzó fragmentada entre los centristas ucedistas, que aparentaban jugar a la ruptura con el régimen de Franco, al menos en cuestiones formales y cívicas, y la derecha conservadora, nostálgica de la Dictadura y sus valores: unidad nacional, tradicionalismo, ruralismo, familia y credo católico.

La primera etapa de Alianza Popular, siempre en la oposición, se centra en un programa conservador en lo moral y en el ejercicio del poder, jerarquía y el carisma de su líder; en política exterior, más europeísta que atlantista; alérgico a liberalismos. La refundación en el Partido Popular, además de un cambio de líder, supuso un intento por modificar el corazón del ideario conservador: el viaje al centro.

Los gobiernos de Aznar promueven el atlantismo y son belicosos con los logros europeístas. Utilizan la figura histórica de Manuel Azaña para darse un baño de academicismo, pero la manera de gobernar es genuniamente populista: ETA como espantajo para todo, un nuevo nacionalismo basado en los éxitos del deporte y el fetiche de los datos macroeconómicos como una especie de marcador del estado del país, las alianzas con los gobiernos del laborista Tony Blair, el populista Silvio Berlusconi o el neocon Georges W. Bush.

Extrañamente, Aznar designa al más blando de sus tres posibles delfines. Ni Rato ni Mayor Oreja son elegidos, sino Mariano Rajoy. El atentando del 11 de marzo en las estaciones de Atocha, El Pozo y Santa Eugenia desata el descontento popular, ya larvado en las protestas contra la invasión de Iraq. El golpe descabalga del gobierno a los populares, incapaces de gestionar la catástrofe en sus parámetros populistas.

Un PP ciego antes sus errores en política de prevención y defensa contra el terrorismo internacional. Encerrado con el juguete etarra, del que había hecho respuesta para todo tipo de crítica, es incapaz de reaccionar ante la agresión en términos creíbles, y pierden las elecciones. Su propia paranoia grupal les impide reconocer su error de análisis, y se arropan bajo la teoría conspirativa del atentado, lo que les lleva a enconar su discurso y volver a perder las elecciones cuatro años más tarde. Un error de libro, fruto de las tensiones internas del partido y la prensa amiga.

Durante el primer mandato de Zapatero, Rajoy continúa con la construcción del discurso populista, que aborta la autocrítica y les perfila en la situación de don tancredos que esperan el fallo del adversario. Rajoy advierte tan tarde como Zapatero sobre la crisis financiera, que no sabe ver ni espera, y es tan negacionista como él a la hora de examinar el pinchazo de la burbuja inmobiliaria. El grueso de su electorado, obreros mal pagados y rentistas, no resulta el público ideal para denunciar el timo del ladrillo, del que son víctimas principales.

A falta de un año para las elecciones generales, las encuestas dan la cabecera al PP sobre el Psoe. El desgaste de los gobiernos socialistas es patente: la crisis financiera, el crash del ladrillo, el parón europeísta, el discurso retórico y banal de los socialistas en materias como las relaciones con el mundo árabe, donde enuncian un discurso que no llevan a la práctica, su apoyo a las medidas de las instituciones europeas dando la espalda a lo más desfavorecido de su electorado, no le auguran buenos resultados en las urnas. El populismo popular tiene ventaja en las encuestas, pese a que su líder, Rajoy, sea percibido como un sujeto de poco fiar.

Lo cierto es que treinta años después, el régimen del 78 parece llegar a un callejón sin salida. Los socialistas han dado la espalda a las reclamaciones de su electorado natural, y sufrirán reveses y la necesidad de articular un nuevo discurso; los populares llegarán al poder en un año sin un programa claro de recuperación y sin la confianza ni interna ni externa para poner en marcha reformas regeneradoras. Los nacionalistas dan por agotada la vía estatutaria, y esperan la posibilidad de dar un paso fuera del marco constitucional.

La esperada subida de los tipos de interés del Banco Central Europeo dejan el escenario económico español al borde de la bancarrota y sin posibilidad de financiar un sistema que necesita el chute del crédito fácil. Y en el espejo de la televisión y las redes, las revueltas en el mundo árabe, sabiendo que la península ibérica, a lo largo de los siglos, siempre fue laboratorio para probaturas.

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miércoles, marzo 02, 2011

Hotel Vela

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