Prueba de sonido
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En días como hoy, cuando las malas noticias sobre el tren de mercancías de la economía se embarraginan con las opiniones licenciosas y licenciadas de los sabios de la tribu, siempre oportunas, medidas a su medida, se echa de menos al mejor. Puede que no al más lúcido, al margen de su extremo terreno. Puede que tampoco al más templado. Desde luego que nunca fue el más mediático. Sabido es que en España, especialmente en este país que lleva por nombre España, especialmente si uno es de aquí, de esta tierra habitada por seres con su alma árida y pedregosa, hay miles de modos de descalificar, de invitar a la desconfianza: su carácter difícil, esquinado, la tentación oracular de la poesía, la odiosa manía de nadar a contracorriente, el divismo que se mira en el espejo, quien mal anda... ya se sabe como acaba. Pero nunca sobra la voz que no responde automáticamente a la llamada del amo. Como nunca sobra la huella que se sale del sendero trillado y no sabemos qué nueva ruta abrirá. En días como hoy, se echa de menos al menos malo, si es que decir el mejor es decir siempre demasiado.
Es otra vez lo de siempre, el tufo que deja, lo que estamos hartos de no querer ver ni oír. Un caso de dopaje, otro supuesto caso de dopaje, una deportista del país haciendo trampas, la detección fuera de nuestras fronteras. El entremés hispano. El ciclismo es un deporte humilde y sacrificado, un pequeño circo lleno de enanos. Patrocinadores enanos, equipos enanos, informadores enanos. Hace años que el deporte de elite español está en el punto de mira de los periodistas civilizados de medio mundo. Nuestros mensajeros siempre responden apedreando al foráneo: la leyenda negra, qué envidia nos tienen, eso les pasa porque no tienen Jabugo. Claro, qué fácil. Pero lo cierto es que los éxitos nacionales en cualquier deporte de masas suelen ir ligados a los avances en medicina deportiva. La antigua URSS, la RDA, la China comunista donde la propiedad privada seguía prohibida, la América de Reagan. Lo cierto es que pocos (¿tal vez alguno?) de los profesionales de la información españoles tienen algún conocimiento propedeútico sobre medicina, apenas nada de biología, casi nada sobre anatomía, es iluso pensar que hayan leído alguna vez algo, siquiera sea por un descuido, sobre una materia tan abstrusa como la fisiología. Eso sí, son ejemplares dando voces cuando los/as nuestros/as cruzan la línea de meta. Esto lo bordan. Eso, y dar pronósticos (¿Fulano o Mengano? Marca el 44...); y vender humo: "Pepe, ¿otro purito...?" Los intereses económico-empresariales en el campo del show-business-deportivo son asfixiantes. ¿Quién es el guapo que cuestiona los bíceps de Nadal, un veinteañero tan tartamudo como sobre musculado, la delgadez extrema del corredor Contador, los talones de Gasol? Y tú qué quieres, que no te renueven el contrato, so becario de mierda. Lo llevas claro... Dicen que en el último Tour de Francia cuando iban a buscar a Manolo Beltrán, El Triqui, para pasar el control antidoping... había saltado por un ventanuco y se piraba corriendo colina arriba. Otra crisis de ansiedad. Leyendas.
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