
Nadie sabe, Wilfrid, muy bien cómo nació aquel movimiento ni de dónde salió aquella cosa que luego se llamó la Movida. Tampoco ha sabido nadie muy bien definir aquello, y de ahí, seguramente, el secreto de su pervivencia. Quienes no la vivimos, sólo tuvimos acceso a sus leyendas posteriores. Otra vez, por enésima vez, vuelve a aparecer
el fantasma de la Movida. Entre nosotros, sólo Aníbal tenía años y estuvo allí: en los conciertos, en los barras de los bares, alrededor del ruido, cerca de Kike Turmix y de Derribos Arias... por los garitos de aquella Malasaña. Hubo muchos actores, algunas actrices, diseñadores como Manuel Piña, Alvarado, pintores como El Hortelano, Ceesepe, Dis Berlin, Siniestro Total en La Edad de Oro, en UHF, su presentadora, Paloma Chamorro, algún artista mayor como Santiago Auserón, y unas pocas plumas, pocas plumas. En la Luna de Madrid. Y Borja Casani. Y Almodóvar, claro. Y Patti Diphusa. Y la heroína. Casi nadie ha sabido contar aquello, tal vez, Wilfrid, porque no es fácil dibujar un fantasma, el aire de una época, unas ganas de no se sabe qué.
A los que alguna vez quisimos enterarnos a posteriori de qué fue aquello, cómo sucedió en medio de esta caspa aún tan presente, nos queda un libro que consultar y un rumor que corría de boca en boca. El libro es
"Sólo se vive una vez" (Árdora) de José Luis Gallero. El rumor son la placas de aquel catálogo que nunca llegó a editarse: "Madrid, Madrid, Madrid" de Quico Rivas -en la foto, el estupendo retrato que le hizo Alberto García-Alix en una copia criminal-. Es de los retratos de Alberto García-Alix, Quico con esa bata que parece un quimono y el cigarrillo, recién levantado de la penúltima farra, que más me gustan, ¿cuántas veces, Wilfrid, me lo habrás oído?
Dicen (dicen) que los fotolitos de "Madrid, Madrid, Madrid" los tiene Mauricio D'Ors, el editor más exquisito y secreto de los que pasean por Madrid. Un trabajo colectivo, un collage. Un imposible. (Aún recuerdo, y me río, con la historia del tren de Madrid a Vigo, sois todos unos crápulas, y la hija de Leguina, Fabio McNamara, y cómo murió la Movida, tal como me la contó Alix, riéndose de todo un poco... o un mucho, reírse, qué menos.)
Pero tal vez sea mejor que todo quede en esa delgada línea entre lo que pudo ser y no fue y nunca será y los recuerdos de los que lo pasaron bien. Y recrean su propia película...
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